Cine de la posmodernidad y los cambios tecnológicos
La tecnología en la pantalla se ha convertido en un fin en sí misma que prima sobre el contenido, mientras desprecia otros valores
No se trata de negar los adelantos tecnológicos pues muchos de ellos han proporcionado progresos notables pero estas técnicas no tienen que llegar a ser el fin, acapararlo todo en detrimento de los contenidos, de lo que se quiere contar, de la propia historia”.
Son palabras del veterano director francés Bertrand Tavernier analizando de forma contundente la actual situación del cine espectáculo en el foro que imparte esta semana en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.
Y es que el cambio de siglo ha supuesto un cambio radical en la concepción visual del cine. No me refiero a que automáticamente todo el mundo se volviera loco con el cambio de milenio sino que existe un claro antes y después del estreno de Matrix en 1999
Los hermanos Wachowski adaptaron al cine de forma eficaz los lenguajes de la publicidad, el cómic, los videojuegos y los clips musicales. No fueron los primeros (fue en los 70 cuando aparecieron Ridley Scott, Alan Parker y demás directores provenientes del mundo publicitario) pero sí los que más hondo han calado en las jóvenes generaciones de cineastas y espectadores.
Haced un experimento, poned cualquier película de acción, aventuras o ciencia ficción anterior al estreno de Matrix y comparad el tempo con el de cualquier película del mismo género estrenada a partir del año 2000. Casi sin excepción, aquellas os parecerán más lentas que las actuales.
El número de planos por minuto se ha multiplicado de forma alarmante, los bruscos acelerones y desacelerones de las tomas se repiten más que el ajo, los giros de 360 grados alrededor del protagonista aparecen una y otra vez sin venir a cuento,etc,etc,etc.
Matrix es un claro ejemplo de influencia mal entendida. Los demás cineastas, en lugar de profundizar en los hallazgos visuales de última generación, se han limitado a repetirlos sin más aunque no exista una justificación argumental. Es curioso como en los trailers actuales toda esta serie de efectos se reproducen en el par de minutos que duran aunque sean creados de forma artificial y luego no aparezcan realmente en la película. Recuerdo ahora mismo el trailer de Memorias de una Gehisa, que mostraba lo que parecía una película de acción en lugar de un drama.
El actual lenguaje audiovisual ha impuesto una dictadura en el cine de género. El público joven menos exigente rechaza actualmente de plano cualquier cosa que no esté plagada de efectos digitales y un apabullante montaje. Este hecho impide la posibilidad de adquirir con el tiempo una sólida cultura cinematográfica porque este público percibirá como aburrida cualquier película actual que no siga estos parámetros, negando su acceso por tanto a cualquier ejemplo anterior al 2000, y no digamos ya cine en blanco y negro o mudo.
EL CINE CAMINA HACIA LO DIGITAL:
Aunque fue en la última década del siglo XX cuando el cine inició su proceso imparable hacia lo digital es en el siglo XXI cuando se perfila, que en los próximos 20 años el cine sea totalmente digital.
Tron (1982), fue la primera película con efectos digitales, después siguieron las grandes superproducciones que hicieron uso extensivo de la tecnología digital, como Star Wars o Matrix, y Pixar, que la utilizó totalmente en alguna de sus producciones. Hoy se trabaja e investiga sobre dicha tecnología, en el intento de que en unos años todas las salas de exhibición dispongan de proyectores digitales (los proyectores digitales capaces de una resolución de 2048 píxeles horizontales comenzaron a desarrollarse en 2005 y su avance es cada vez más acelerado), y se pueda filmar en digital con las mismas calidades en todos los aspectos que en el cine analógico.
Directores como George Lucas, James Cameron, Robert Rodríguez, David Fincher, David Lynch o Lars von Trier, utilizan ya los sistemas de alta definición mientras otros directores, Steven Spielberg, Martin Scorsese, Quentin Tarantino, Tim Burton, Ridley Scott u Oliver Stone, siguen prefiriendo el soporte analógico, pues el debate se encuentra aún entre las dos modalidades: cine digital o celuloide. Para unos, los detractores, el cine digital supone otra clase de experiencia visual totalmente distinta al cine grabado químicamente y proyectado mecánicamente. Muchos directores, aún contrarios o reticentes al cine digital, ruedan sus últimas películas con cámaras digitales, puesto que no pueden asumir los costes del analógico, y más tarde las pasan al celuloide. He hablado con algunos montadores, expertos en la moviola, que afirman que el celuloide da una calidad y una vida a lo filmado que el cine digital está lejos de lograr.
Lo cierto es que el avance del cine digital parece ya una evolución imparable y en el futuro se asistirá a la digitalización casi total de cine y televisión. Las cámaras digitales permiten una posproducción mucho más flexible y menos costosa que el cine analógico, se puede ver en el momento los resultados sin necesidad de esperar el revelado, poseen cada día una mayor resolución y existe un mayor control sobre la colorimetría. Cierto es que los sistemas de filmación y revelado analógicos permiten resultados creativos diferentes, tanto durante la filmación como en el proceso químico de revelado, y los buenos cineastas le sacan un gran partido, en contra de la única respuesta que el cine digital tiene a la luz, por lo que hace más compleja la iluminación.
Algunos directores han optado por elegir la mejor opción para cada caso, usando el vídeo digital para las grabaciones nocturnas y en interiores y el tradicional analógico para exteriores de día, por ser las digitales más sensibles a la luz. La radio tradicional continúa su evolución tecnológica. El siglo XX cerró con nuevos formatos de transmisión digital en las ondas de AM (amplitud modulada), OC (ondas cortas) y FM (frecuencia modulada), brindando una calidad de audio estándar similar a los discos compactos. Por otro lado, la radio satelital permite, mediante aparatos cada vez más portátiles, la sintonía de su estación favorita en cualquier lugar del planeta.
Con este panorama y a nuestro juicio, la sociedad ha sido sorprendida por la tecnología. Desde el final de la guerra fría con la caída del muro de Berlín en 1989 y en la última década del siglo XX, todas las actividades humanas han sido afectadas de una forma u otra por causa de la tecnología. Tecnología militar, que como el Internet, los GPS y otros, pasó a manos de civiles. Y lo peor de todo, es que no estábamos preparados. Es sabido el incremento cada vez mayor de personas accediendo al Internet. Este público compuesto básicamente por niños y jóvenes, con mucho más tiempo disponible que los adultos para emplearlo en navegar a través de la red, buscan en primer término entretenimiento, educación y finalmente información. Cada vez menos personas se desplazarán y más utilizarán en sus hogares de forma interactiva los servicios disponibles.
A esta nueva generación se le conoce como: La Generación i. Por lo que las nuevas estrategias en la red se han enfocado desde el final del siglo XX hacia la conquista de este blanco de público joven que dependerá en un alto porcentaje de este nuevo medio. En pocas palabras, estos serán los potenciales trabajadores y consumidores de los próximos años.
Así como un libro impreso cambió la naturaleza del aprendizaje y la cultura hace muchos años, la computadora tiene un impacto profundo en la educación y en las actitudes sociales en toda una generación de niños y jóvenes que crecen hoy día. Los ordenadores y la generación del Internet, actualmente representan menos del 20% de la población mundial, pero en unos pocos años, cuando esta generación de lactantes deje los pañales y asista a las aulas, representará cerca de tres por cada diez ciudadanos globales. Estos, eventualmente se convertirán en un grupo de trabajadores, líderes de la industria y el gobierno, con conocimiento del mañana. La primera generación de estos es precisamente la del inicio del Internet. Red, hoy día tan omnipresente, como lo fue la radio hace 70 años y la televisión hace medio siglo.