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España: el cine durante la Segunda República

La aparición del sonoro. La industria: CEA, Cifesa y Folmófono:

 

La irrupción del sonoro en España coincide con la crisis que instaura la República –a pesar de que no se hace “cine republicano”- y la celebración del Congreso Hispanoamericano de Cinematografía, en octubre de 1931, donde se pide la protección del cine español frente al norteamericano, su promoción industrial, la cooperación con América Latina y la protección del patrimonio. También es importante el desarrollo de los cineclubes, desde posiciones izquierdistas, creados por organizaciones de base y por sindicatos para exhibir producciones no comerciales y que tienen por objeto la concienciación y educación políticas. El clima cultural cinematográfico lleva a la creación de una treintena de cineclubes, entre ellos el GECI (Grupo de Escritores Cinematográficos Independientes?, la sección de cine de las Misiones Pedagógicas, el Studio Nuestro Cinema (de orientación marista) y el cineclub de Falange Española.

 

La producción en español de Hollywood (Fox y MGM) y de Joinville (Paramount) tiene importancia ya que en el período 1930-1933 se realizaron 170 películas habladas en castellano, mientras en España solo se ruedan dieciocho. No obstante, en el período 1932-1936 la producción es ascendente y se filma un centenar de películas. A Hollywood emigran escritores como Eduardo Ugarte, Gregorio Martínez Sierra, Jardiel Poncela, López Rubio y otros, para trabajar en las versiones hispanas de las películas norteamericanas, aunque también ruedan guiones propios, como la ciudad de cartón (1993) y Andelina o el honor de un brigadier (1995), ambas de Louis B. King. En Joinville-le-Pont trabajan Benito Perojo y Florián Rey. El estudio barcelonés Orphea, con tecnología y apoyo de una productora francesa y con Francisco Eluas como cofundador, inicia en 1932 la producción de películas sonoras. El primer filme con sonido directo es Carceleras (Jose Buchs, 1932), aunque la citada El misterio de la Puerta del Sol sea la primera sonora. Posteriormente, en 1935, se crean en Barcelona los estudios Trilla y Lepanto, lo que supone un renacer de la producción catalana, que en la primera mitad de la década lidera el cine español.

 

            En Madrid se funda la Cinematografía Española American (CEA), presidida por Jacinto Benavente, dirigida por Eusebio Fernández Ardavín y donde figuraban como socios dramaturgos y músicos que se comprometen a ceder sus obras; los Estudios Cinema Español, S.A. (ECESA) en 1933, Ballesteros Tona Film en 1934 y Roptence en 1935. Pero las más significativas de todas las empresas del cine de la República son Cifesa y Filmófono.

 

La Compañía Industrial Film Española (Cifesa) había sido una distribuidora valenciana representante de la Columbia. Se inicio en la producción con el fichaje de actores y directores como Imperio Argentina, Miguel Ligero, Florián Rey, Benito Perojo y Juan de Orduña. Busca la rentabilidad con un cine populista, frecuentemente de temática rural-clerical y de talante conservador. Entre los títulos más taquilleros del período están las obras de Perojo La verbena de la Peloma (1935) y Nuestra Natasha (1936), y las de Florián Rey y La hermana San Sulpicio (1936), Nobleza baturra (1935) y Morena Clara (1936). En la postguerra se convierte en hegemónica dentro del cine español.


Filmófono había sido fundada por Ricardo Urgoiti en 1929 y se dedicó a la sonorización con discos y la distribución. Con Luis Buñuel comienza en 1935 la producción de comedias y melodramas populares, con un sesgo laico y progresista al reflejar historias con mujeres despreciadas por señoritos de seductores. Bajo la dirección de producción de Buñuel se ruedan el sainete de Arniches Don Quintín el amargado (Luis Marquina, 1935), La hija de Juan Simón (Menesio Sobrevila/Sáenz de Heredia, 1936), ¿Quién me quiere a mí? (Sáenz de Heredia, 1936) y ¡Centinela alerta! (Jéan Gremillon, 1936) Aunque de vida efímera, Filmófono es representativa del cine posibilista de la época.

Principales directores de los años 30:

 

Francisco Eías (1890-1977): En 1914 se instala en Barcelona donde rueda documentales en una empresa creada por él. Emigra a Estados Unidos, en New York trabaja en el intertitulado y llega a colaborar con Griffith hasta que regresa y rueda la comedia Fabricante de suicidios (1928) y El misterio de la Puerta del Sol (1929). Nuevamente trabaja en París, ya como director, y vueve a Barcelona para dirigir en los estudios Orphea, donde realiza el musical Bolicche (1933), Rataplán (1935) y María de la O (1936). Durante la guerra es responsable del cine en la Generalitat. Se exilia a México y tras su regreso solo logra hacer un filme Lis diez mandamientos (1954). Fue pionero en la utilización del sonido directo en exteriores.

 

Edgar Neville (1899-1967): Comienza en la dirección con cortometrajes cómicos y dos adaptaciones literarios, El malvado Carabel (1935) y La señorita de Trévelez (1936), donde critica los usos provincianos. Durante la guerra abraza la causa fascista y rueda tres documentales y, en Italia, Frente de Madrid (1939), con una secuencia final de carácter conciliador que fue suprimida por la censura. Entre su cine tenemos obras de intriga policiaca, como la trilogía La torre de los siete jorobados (1944), Domingo de carnaval (1945) y  El crimen de la calle Bordadores (1946), comedias brillantes (La vida en un hilo, 1945) dramas Nada, 1947) y películas de talante neorrealista, como El último caballo (1950)

 

Eduardo García Maroto (1905-1989): empieza como técnico en Madrid Film y se dedica al montaje en la CEA. En colaboración con Miguel Mihura realiza los cortos Una de fieras (1934), Una de miedo (1935) y Y ahora… una de ladrones (1935), que son parodias de géneros cinematográficos, y a continuación La hija del penal (1935) y Los cuatro robinsones (1939). Tras la guerra filma obras de diferentes géneros, pero destacan las comedias Mi fantástica esposa (1943), La otra sombra (1946) y Tres eran tres (1954).

 

Luis Marquina (1904-1980): Inicia en el cine como técnico de sonido en la CEA y Nuñuel le ofrece sustituir a Perojo en Don Quintín el amargado (1934). Realiza los musicales El bailarín y el trabajador (1936), Torbellino (1941) y Filigrama (1949) entre otros. Se exilia durante la guerra y trabaja en Argentina e Italia. También ha dirigido melodramas como El capitán Veneno (1950).


José Luis Sáenz de Heredia (1911-1992): comienza con la comedia sobre e mundo del cine Patricio miró una estrella (1934) y los dramas más populares para Filmófono La hija de Juan Simón (1935) y ¿Quién me quiere a mí? (1935). Combate en el lado franquista y se encarga de la producción del departamento del cine; rueda algunos documentales y, terminada la guerra ¡A mí no me mire usted! (1941). El dictador le encarga la dirección de la emblemática Raza (1941), según el guion del propio Franco y años después rodará Franco, ese hombre (1964).

Luis Buñuel: Un cineasta nómada (1900-1984)

 

Con un gran interesa por la poesía de vanguardia (creacionismo y ultraísmo) y con amistades como Salvador Dalí, Federico García Lorca y Rafael Alberti, publicaba poemas y preparaba textos en prosa, hasta que, tras ver Las tres luces (Der müde Tod, 1921), se convertiría en cineasta. Inicia como crítico en a revista Gaceta Literaria hasta que en 1925 se marcha a París. Allí, junto con Dalí, se convierte en un ardiente defensor del surrealismo y escribe un guion sobre Goya que nunca fue rodado. En mayo de 1926 pone en escena el Retablo de Maese Pedro, de Manuel de Falla. Se matricula en la Academia de Cine de Jean Epstein y trabaja como ayudante de dirección.

 

Su primer proyecto cinematográfico personal data de 1928 El mundo por diez centímetros (con guion de Ramón Gómez de la Serna). En el mismo año se adhiere al grupo surrealista de París, atraído por su intransigencia moral y artística y por su nueva política personal. Llamó a Dalí para escribir un guion que realizaría en abril de 1929, Un chien andaloi, con 25.000 pesetas que le proporciona su madre. Considerado el primer filme surrealista, el cual obtuvo un inesperado éxito de público y suscitó infinidad de comentarios. Fue elogiado por la intelectualidad parisina y por el mismo Eisenstein, cuando se proyectó en el Congreso de Cine Independiente de La Sarraz. Esta película trajo la financiación del aristócrata, el vizconde de Noailles, de La edad de oro (L’age d’or, 1930). Considerada obra maestra del cine de vanguardia, su anticlericalismo provocó un gran escándalo: los surrealistas lanzan un manifiesto en su defensa, mientras que la extrema derecha ataca desde las páginas de Action Française.

 

En 1930 marcha a Hollywood tras ser contratado por la MGM como “observador”, permanece cuatro meses, pero decide abandonarlo porque no le convence el sistema de estudios.

 

Regresa a España en 1931 y rompe con el surrealismo en 1932, en una carta enviada a André Breón, en la que le comunica que se adhiere al Partido Comunista español. Por entonces realizó el desgarrador documental Las Hurdes (1932). Funda luego Filmófono, con el fin de producir películas de gran presupuesto y como mencionamos antes, de vocación populista. Tras el estallido de la guerra en 1936, Buñuel sigue trabajando en el cine, reuniendo y conservando material documental. Enviado a París, supervisa el montaje y escribe con Pierre Unik el comentario de España leal en armas (1937), de J.P. Le Chanois.

 

En 1939 viaja a Hollywood como asesor de dos producciones a favor de la República que no llegaron a rodarse. Allí, tras la noticia del fin de la guerra, se queda solo en NY y en condición de exilio. Iris Barry le consigue un empleo en el Museo de Arte Moderno de dicha ciudad, donde el cineasta argonés se encargará de supervisar documentales en castellano para la Coordinación de Asuntos Interamericanos destinados a América Latina Las únicas muestras que el realizador español ha  querido reconocer como obra personal es Triumph of Will (1939), monje alternado de las películas El triunfo de la voluntad (1938), de Leni Reifenstahl, exaltación del nazismo, y de Bautismo de fuego (1939), de Hans Bertram, sobre la invasión a Polonia. De este trabajo es expulsado cuando Dalí lo acusa de comunista y hay presiones de la prensa. Finalmente, realiza documentales para el Ejército norteamericano y doblajes en Hollywood para la Warner Bross durante los años 1944-1946 mientras proyecta, sin llegar a realizarse, diversas películas.

 

La cámara de Buñuel retrata una vida que fluye con vulgaridad, sin distinción, aunque con autonomía. Entonces interviene una técnica propia y precisa que podría describirse como el florecimiento del telón de fondo: con una velocidad que no posee otro cineasta (y con una tensión súbita similar a la de Sade), el movimiento inesperado de la cámara primero iguala, en segundo conquista y finalmente supera el ritmo paralelo de la realidad. El acercamiento en función de la neutralidad ambiente. Y el objeto, el rostro, el pie o el gesto seleccionados de entre el abundante y casi inmóvil desorden adquieren un relieve insoportable y e revelan en la que, sin detenerse a celebrar el momento lírico, Buñuel vuelve a sumergirse de inmediato.

 

O, como resumen de otro modo Carlos Losilla “sus imágenes presentan, por lo general, una extraña textura que las acerca al carácter alucinado que suelen ostentar los sueños: el tiempo es indefinido, las figuras flotan en el ambiente como si no pertenecieran a decorado en el que se insertan, las acciones- aun respondiendo a las más elementales convenciones realistas- surgen desde la nada, sin explicación ni preámbulos. Muchas películas de Buñuel se inician en movimiento, negándose a situar al espectador, en un espacio que se ofrece indefinido, que parece no existir, porque en realidad no existe, es un espacio mental. Sin embargo, cuando se dedican a escenificar explícitamente un sueño, todo parece monstruosamente real, los planos adquieren relieves inusitados, como si nuestras peores pesadillas se materializaran en las más anodina de las cotidianidades.

Del cine sonoro a la guerra civil: los años republicanos (1930-1936)(galicia)

Isaac Fraga, empresario, fue el precursor del cine sonoro en Galicia. Vigo fue la ciudad que marcó su establecimiento con la película El loco cantor el 14 de marzo de 1930.

A lo largo de ese año 1930 se fueron inaugurando en las demás capitales gallegas el cine sonoro y en el año siguiente se implantó en otras ciudades de menos importancia, como Tui, Porriño y Ortigueira. En ese mismo año el cine sonoro se fue implantando en Galicia, aunque el principio la mayoría de salas seguían proyectando cine mudo, ya que el nuevo estilo tardó en consolidarse y las gentes seguían admirando las imágenes hiperexpresivas del cine mudo.

 

Las instalaciones del cine sonoro tardaron en llegar a toda la geografía gallega, pero muchas de las poblaciones que aún no poseían la tecnología pertinente pudieron admirar el nuevo espectáculo gracias a los cines ambulantes, que recorrían las poblaciones más alejadas de las grandes ciudades.

 

El cine sonoro fue generalmente rechazado en Galicia, principalmente por el idioma y como consecuencia surgieron las cintas musicales, en las que no existía diálogo.

Paulatinamente el sonoro se fue consolidando y a medida que se generalizó, sus costes disminuyeron, lo que provocó una mayor afluencia de público. Este aumento de ingresos propició la construcción de más salas cinematográficas.

 

Desde una perspectiva cuantitativa, la incidencia del cine en el ámbito rural en comparación con las ciudades fue mucho menor. Esto nos permite entender la transcendencia del cine en el mundo rural gallego, y teniendo en cuenta la organización en pequeños núcleos de población en toda la comunidad, entendemos también la transcendencia del cine sonoro en Galicia.

 

La República instauró un régimen de libertades, pero mantuvo la censura cinematográfica. Los contenidos censurados aparecían reflejados en los periódicos gallegos para que todo el mundo pudiera entender los cortes en determinadas películas.

 

En concreto en Galicia no existió una censura como tal, pero los gobiernos locales podían vetar determinados contenidos.

 

La creación de cine-clubs promocionó el cine como cultura. En ellos se proyectaban películas censuradas en las ciudades por diversas razones.

En Galicia también aparecieron los cine-clubs proletarios que en temática se asemejan a los anteriores, pero estaban vinculados con las organizaciones obreras, tenían un carácter esporádico en sus sesiones, eran de más fácil acceso y los utilizaban para adoctrinamiento (con películas soviéticas).

 

A continuación hablaremos de la producción de películas:

 

En la Segunda República la producción de películas se concentra sobretodo en Madrid y Barcelona, pero también en Valencia y en Bilbao.

 

Paralelamente se llevó a cabo una producción autóctona llevada a cabo por pequeñas productoras locales o por personas vinculadas a la fotografía. En la época, la producción autóctona tuvo poca repercusión pero hoy en día las obras son un hecho de consideración histórica por la recuperación de la memoria local a través de los documentos filmados.

 

Algunas productoras gallegas de importancia fueron:

  • Galicia Cinegráfica

    • José Gil, dueño de la productora, grabó el reportaje Inauguración de las colonias escolares de la caja de ahorros, en 1930, que trata de la convivencia de 200 niños en un albergue.

    • Otra producción de Galicia Cinegráfica fue la Revista Vigo. Su contenido hace referencia a las fiestas celebradas en la ciudad.

    • La película publicitaria para la fábrica Iria S.A. de Padrón también puede considerarse producción suya debido a la experiencia que tenía José Gil en este campo. El filme muestra el pueblo y los trabajos realizados por la fábrica.

 

Tras la proclamación de la II República esta productora sigue funcionando, gracias a la iniciativa de su propietario. José Gil se traslada a Santiago para ampliar los horizontes de su negocio. Sus próximas producciones consistieron en filmar películas turísticas para exhibir en los trasatlánticos que hacían rita hasta América.

El estar en contacto con el mundo de la emigración trajo como resultado el encargo de filmar un documental titulado Galicia y Buenos Aires (1931) que trataba sobre la colonia gallega en la ciudad de Buenos Aires.

 

    • Unas de las producciones más destacables de Galicia Cinegráfica fueron los Noticiarios (nº7, nº8, nº9 , nº10) publicados entre el año 1931 y 1932

 

El último trabajo de Gil fue un documental sobre Tui en 1933 y los inicios del año 34 marcan la decadencia de esta productora, aunque siguen promocionando las películas que tienen en su archivo.

La única producción filmada por Galicia Cinegráfica en 1934 es La factoría Albo y la pesca que trata de manera minuciosa los trabajos de dicha fábrica, la flota pesquera y el paisaje de la localidad de Bouzas.

 

Hay indicios que nos hacen pensar en una producción de 1935, pero solo existe constancia de su rodaje, no se sabe nada sobre su fecha de fin de grabación ni sobre su estreno.
 

  • Casa Folk

Los hermanos Barreiro fundan la productora Casa Folk en Pontevedra en 1932. La Casa Folk quiere producir un noticiario periódico para plasmar en imágenes todo lo relacionado con “cuanto es el vivir cotidiano de la tierra Celta” como apunta Enrique Barreiro, uno de los propietarios de la productora, en el diario El pueblo Gallego (18/08/1932)

La visión que tienen estos dos hermanos se aparta de la función estrictamente comercial que tiene el cine, para proponer objetivos culturales para la recuperación de  la identidad gallega.

 

    • El Noticiario nº1 de la Casa Folk se estrena en octubre de 1932 en el Teatro Provincial de Pontevedra. Se estrena en seguida en otros lugares de Galicia.

    • Hacia una Galicia mejor (1933) fue una película de gran trascendencia en la vida político-social de Galicia. Esta película evidenciaba la necesidad de transformar a Galicia en una autonomía.

 

Los noticiarios de la Casa Folk siguieron teniendo éxito después de más de un año de su fundación a pesar de no poder ser realizados con la periodicidad deseada.

Cuando se estaba trabajando en un noticiario sonoro la idea era hacerlo de manera semanal.

 

    • Noticiario comercial sonoro se estrena en diciembre de 1933

En el verano de 1934 La Casa Folk marca un nuevo hito al filmar los trabajos del Seminario de Estudos Galegos en Pontevedra. En septiembre estes rodajes cojen fama ya que los distintos periódicos gallegos hacen eco del reportaje titulado Reportaje El Seminario de Estudios Gallegos y remarcaban la idea de proyectarlo en América

 

En el año 1934 realizaron trabajos mayoritariamente publicitarios.

En 1935 comienza la decadencia de la Casa Folk. No se sabe nada sobre las causas que propiciaron la decadencia ni tampoco por qué no produjeron nada durante la dictadura. Lo que sí conocemos es que Enrique Barreiro durante la Guerra Civil es considerado un libre-pensador. Su biblioteca y archivo fueron destruidos y él fue encarcelado en la Illa de San Simón, en Vigo.

Tras la guerra se introdujo en el I.N.I en Madrid para proseguir con sus estudios sobre el cine a color.

Muere en el año 1983 tras padecer problemas varios de salud.

 

Por último podemos sacar características comunes de Galicia Cinemática y la Casa Folk:

  1. el sistema publicitario era la base de la financiación de sus trabajos.

  2. no producen películas de ficción sino noticiarios sobre Galicia. La Folk tiene un trazo singular, la vinculación con la vanguardia cultural gallega.

 

  • Otros realizadores

Además de los dos anteriores trabajados, vamos a mencionar otros realizadores coetáneos que en la II República iniciaban sus tareas de dirección cinematográfica:

 

    • Antonio Román: el cual es calificado como el “director vanguardista” ya que realizó la grabación de un poema visual Terra meiga que trataba sobre motivos gallegos.

Se da a conocer en toda España con el cortometraje Canto de

emigración (1934) distribuído en 1935 por Atlantic Films.                                                                                   

Es creador de un largometraje Veinte millones de enamoradas.

 

    • Carlos Velo: utiliza el cine para sus estudios como biólogo.

Realizó rodajes de documentales: Galicia y Compostela.

En 1936 se realiza Galicia Saudade con Cecilio Paniagua como

fotógrafo, el cual les dio reconocimiento internacional en la

Exposición de París (1937)

 

    • José Suárez: Es considerado junto con Carlos Velo la pareja más ilustre de los cineastas gallegos. Su película Mariñeiros (1936) es una de las mejores películas documentales de España. En esta película se muestra la vida de los hombres del mar gallego desde un punto de vista de alto valor artístico.

 

Para terminar con la parte referente a la II República, hablaremos brevemente sobre la producción de largometrajes de ficción relacionados con Galicia.

  • Se ruedan tres películas foráneas:

    • Odio (1933), realizada por Richard Harlam y trata sobre la vida de Wenceslao Fernández Flórez. Se estrena en la Pobra do Caramiñal en 1934 como la primera película hablada en Galicia.

    • Alala (1933), dirigida por Aldolf Trotz e interpretada por el actor gallego Ricardo Núñez. Esta película transmite la idea de ina Galicia”chorona e triste”

    • La Casa de la Troya (1936), dirigida por Juán Vilá Vlamala. Aunque fue rodada entre febrero y mayo de 1936 no se estrena hasta la posguerra, en noviembre de 1939, en Madrid.

 

En contraste con la producción del resto de Europa, el panorama Gallego es bastante pobre, sobretodo en largometrajes y otros países tenían un cine más innovador y progresista. Aún así, el cine gallego tiene un gran valor histórico ya que contribuye a la memoria histórica del país durante el período republicano.

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