El estatuto artístico
El estatuto artístico del cinematógrafo surge en torno a los años veinte.
En los primeros años del cine existía una dualidad entre espectáculos populares y el ámbito
artístico, sin que interfirieran entre sí. Por otra parte no se ve la intención de englobar al cine
como algo cultural o artístico.
En la segunda y tercera década del siglo XX se crea un debate sobre el estatuto artístico del
cine, en el que se presentan varias dimensiones e intereses. Podríamos resumirlos en:
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La legitimación artística y cultural propiciada por la industria
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La respuesta que dan los novelistas y dramaturgos al nuevo medio de expresión
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La búsqueda de nuevas formas de expresión mediante el lenguaje de la imágen cinemática.
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Las teorizaciones sobre lo que es o debería ser el cine en relación con las artes tradicionales.
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El reto que supone el cine a las vanguardias.
Hay sectores intelectuales que se interesan por el cine y sus posibilidades técnicas y el propio cine con el Film D’art busca la legitimación artística.
En 1908, la productora Pathè trata de proporcionar un estatuto artístico al cine y funda la sociedad SCAGL (Sociedad Cinematográfica de Autores y Gerentes de Letras) posteriormente Film d’art. Después de la fundación de esta sociedad se contratan autores de renombre como Alejandro Dumas o Víctor Hugo para el rodaje de argumentos basados en hechos históricos y en textos clásicos grecolatinos. En 1908 se producen las primeras sentencias contra las adaptaciones que copian argumentos literarios.
Otro productor, Éclair, crea la Asociación Cinematográfica de Autores Dramáticos. En Estados Unidos la Vitagraph es la productora que está más a favor de las adaptaciones. En esta misma época la Nordisk danesa y otras productoras escandinavas adaptan novelas dramáticas. En Italia la Film d’arte realiza numerosas adaptaciones de Shakespeare y obras inspiradas en la antigüedad clásica, y por otra parte está en proceso el desarrollo del largometraje como modelo de cine.
En Alemania (Autorenfilm) destacan los argumentos originales a cargo de escritores famosos e indagaba en los recursos expresivos exclusivamente fílmicos.
En España, la creación del Barcinógrafo de Adriá Gual, en 1913 responde a los intereses compartidos con el Film d’Art. En los comienzos de la segunda década del siglo XX se adaptan obras teatrales de Calderón, el Duque de Rivas, Benavente...y en las décadas siguientes seguirán siendo comunes las adaptaciones de obras literarias.
En Rusia se rechaza el Film d’art por ser demasiado dinámico y se propone un “cine novelesco” en el que se combinan las imágenes y los textos en los que el espectador tiene que leer la pantalla.
El proyecto del Film D’art dura pocos años debido a los elevados costes de producción, la dependencia de grandes autores teatrales y a la demora en la explotación de los recursos cinematográficos.
Ricciotto Canudo es un intelectual italiano que escribió sobre música, literatura,danza y arte y trata de plantear una forma de arte total.
Canudo considera que existen cinco artes plenas: música, poesía (ritmo del tiempo), arquitectura, música y escultura (ritmos del espacio). En el teatro se unen ambos ritmos y con el cine nace un sexto arte que elimina la fractura entre las artes del espacio y del tiempo. En resumen, es la culminación de un proceso evolutivo al conseguir ser un arte plástico en movimiento.
Sebastiano Arturo Luciani profundiza en la evolución de las artes y considera que cuando una de ellas ha alcanzado la madurez expresiva invade el campo de la siguiente. Teoriza que el desarrollo del futurismo lleva inevitablemente al cine, un ritmo visual que también se ha de valer de música y sonidos.
Louis Delluc fue uno de los primeros críticos profesionales y animador de cineclubes. Según él las películas tienen que plasmar una atmósfera a partir de las impresiones que recibe el espectador, y ello se consigue tomando como modelo la realidad y no als artes.
Delluc plantea la “superación” del arte mediante la contemplación o la aprehensión de la belleza natural, sin artificio, y el cine es un arte nuevo popular de carácter antiestético.
Para Marcel L’Herbier las artes se valen del énfasis y de la manipulación de lo real y postula que el cine no puede ser un arte por dos razones: no engaña y trata de transcribir la realidad tan fiel como sea posible.
El cine señala la ruptura entre el pasado en el que el arte era posible y el presente, en el que ya no lo es. Pero esto no significa que el cine carezca de valor artístico, sino que simplemente marca una nueva época de arte moderno.
Contrario a L’Herbier, Émile Vuillermoz plantea que el cine es un arte heredero de las artes plásticas resultado de la innovación técnica que otorga movimiento a las imágenes.
También aboga a favor de la condición artística de cine Louis Aragon para quien la grandeza del cinematógrafo consiste en que las escenas de la vida cotidiana adquieran una dimensión artística y ello se consigue a través del modelo vanguardista que lleva a cabo una transformación surrealista de lo filmado.