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Historia del cine en Galicia

AÑOS DE EFERVESCENCIA POLÍTICA:

 

Desde las posturas ideológicas hacia el mundo industrial

El período de los años 70 se define por la coexistencia de unas tendencias que marcan, por un lado, el conjunto de la década, y por otro, algunos momentos especiales de la misma.

Fijándonos en el ámbito español, vemos como la evolución que sufre todo el mundo en estos años, junto con las circunstancias económicas, generan en nuestro país una transformación interna lenta pero continuada. Hitos que impactan en la sociedad de la época fueron la decadencia que vivió el régimen, la muerte de franco y la instauración de una democracia.

Debido a estos acontecimientos, la década de los 70 adquiere una gran singularidad en el contexto contemporáneo español. Uno de los trazos más definidores del cine de este momento será la exaltación de los cargos políticos.

El primer trazo que podemos destacar sobre esta década es la aparición y el desarrollo de la conciencia de que la imagen cinematográfica debe entenderse como profundamente vinculada a las características definidoras del mundo gallego. Esta es una de las peculiaridades más fuertes del momento, aunque pasará por diferentes fases.

Los grupos que liderarán la evolución en Galicia están formados por personas preocupadas por la lucha nacionalista y por las posibilidades de la imagen cinematográfica. A esto se une el contexto político del país y la transformación que experimenta a lo largo de esta década y que en relación con el panorama gallego tendrá lugar un hito importante: la aprobación del Estatuto de autonomía (1980).

A continuación, pasamos a analizar manifestaciones concretas que se producen a lo largo de estos años:
 

EL IMPACTO DEL CINE AFICIONADO:

Uno de los trazos más característicos de esta época es la aparición de grupos cineastas aficionados que buscaban una presencia significativa de sus películas mucho más allá de los límites en los que se movía este cine.

La aparición de estos grupos aficionados ya se había producido en otras décadas, que aspiraban a que sus películas tuvieran cierta difusión y se consideraran como cine cuasi-comercial. La singularidad de estos grupos a los que nos referimos da lugar a unas características muy claras que los definen: deseo de conseguir continuidad en sus trabajos, aspiración de vincularlo a las formulaciones ideológicas de la época y la consideración de esta labor como un camino de afirmación progresiva dentro del mundo profesional de la imagen.

Podemos encontrar el punto de arranque en 1971 en Santiago con el grupo Lupa, formado por Euloxio Ruibal, Félix Casado y Roberto Vidal Bolaño, muy vinculados con el teatro.


En estos años realizaron obras como “4x4”, “Holocausto”, “Mesturanza”, “A rapa das bestas”, “A procesión das mortaxas”, “O corpiño”, “Berros na cova”, “Inqueda volta”, y “Peliqueiros”, rodadas en formatos reducidos (8mm y super 8). En ellas mostraban su preocupación por los aspectos antropológicos de la cultura gallega.
 
A estos se les unen otros cineastas coruñeses, formando grupos muy singulares como Imaxe, del que formaron parte Carlos López Piñeiro, Luís Gayol, Manuel Abad, Marcía Lens, Suso Vázquez Montero, Manuel Prieto, etc.

El Club Amateur, también conocido como Grea trabajaron: Enrique Rodríguez Baixeras, Xavier Iglesias, Manuel Gato, etc. Bajo la dirección de José Ernesto Díaz Noriega.
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


José Ernesto Díaz Noriega

Un antecedente que no podemos olvidar es Enroba, impulsado individualmente a finales de los 60 por Enrique Rodríguez Baixeras. Su producción más importante antes de integrarse en el Grupo Amateur fue “A morte do Mariscal” (1973).

Estos grupos producían cortometrajes lo que perjudica a la distribución de las películas, que no llegan a un gran público. Algunos trabajos del momento fueron “Serán”, “Arredor”, y “A fala do Muiño mudo” que representan la contribución de Carlos Piñeiro en Super 8 (1974), mientras Baixeras dirige “O Documento” en 16mm, sobre un cuento de Anxel Fole. Jose Ernesto Días Noriega da rienda suelta a su genio inventivo y a su fascinación por Lubitsch en Os Suevos en la que se funden dos elementos contradictorios como el formato reducido (super 8) y la duración (55 min).

En 1974 se producen dos películas muy importantes. Eloy Lozano que trabaja de forma independiente adapta el relato de Méndez Ferrín, Retorno a Tagen Ata  en formato profesional (35mm). Supuso un acto cualitativo muy importante y arriesgado en relación con lo anterior.

Miguel Gato realiza en este momento en 16 mm “A Tola”, un cuento de Francisco Taxes, la cual sufrió un secuestro por la fuerte crítica de actitudes totalitarias, defensa de los ideales individuales…

Los trazos característicos de estos grupos aficionados eran, por tanto, la literatura, compromiso político y búsqueda de una imagen que refleje la vida gallega.
 

 

LA INFLEXIÓN EN LAS ACTIVIDADES CULTURALES:

En los primeros 5 años de la década de los 70 se producen actividades culturales relacionadas con la imagen cinematográfica. La tradición cineclubista gallega se refuerza en los años 1970-1971 con la creación del cine-club Padre Feijoo en Ourense. El elemento del cine-club se convertirá en uno de los elementos más dinamizadores del momento cultural y también contribuirá a una de las manifestaciones cinematográficas más interesantes de la década: As Xornadas de Cine en Ourense . En enero de 1973 se publica “I Seman do Cine en Ourense”  que tendrá una corta pero intensa actividad, hasta su sexta edición en 1978.

Tenemos que resaltar su localización cronológica. Se viven los últimos años del franquismo y los primeros de la transición. Era un momento en el que se produjeron radicalizaciones de las manifestaciones culturales y vinculación de las mismas con formulaciones ideológicas.

Teniendo esto en cuenta podemos entender mejor la estructura de las jornadas, en las que confluyen el visionado de filmes gallegos del momento con conferencias de temas concretos.

Podemos notar una gran evolución a pesar del poco tiempo transcurrido. Por una parte, la sección de películas permanecerá constante en su deseo de ofrecer las películas que se produjeron en Galicia en años anteriores. Las jornadas se convertirán en el vehículo de difusión de este cine. Por el contrario, en la sección teórica veremos una inflexión conforme pasan las ediciones de estos encuentros. Este proceso vendrá marcado por una primera fase (2 años iniciales). En este momento se producen conferencias vinculadas con la revista Reseña .

 

A partir de la III Xornada  comienza la segunda etapa, en la que se producen debates de diversos campos de actividades culturales. En este momento y coincidiendo con la primera etapa democrátiaca, las Xornadas se convierten en un foro de discusión.

 

Las discusiones giraban en torno al cine nacional, de su implicación en el contexto nacional. A lo largo de estos años se incide en que el cine se convierta en un vehículo de manifestación de cada pueblo, que se creen infraestructuras mínimas que faciliten una industria autóctona y que la imagen de este cine desarrolle el potencial en su lucha política.

Por último, no podemos olvidar mencionar que en 1975 se celebra “A I Semán de Cine do Carballiño” , iniciadora de la corriente que llevará hasta las actuales “Xornadas de Cine e Vídeo de Galicia” (XOCIVIGA)
 
 

LA PREOCUPACIÓN INDUSTRIAL:

 

Xosé M. Rabón, con la publicación de su artículo A percura dun cine galego, en la revista Grial , defendió la necesidad de crear una infraestructura de producción que posibilitaran el nacimiento y desarrollo de un cine propiamente gallego.

Esta idea cogerá forma a lo largo de la década, y coge más fuerza en los años centrales de la misma. Entran en lucha dos formulaciones antagónicas: por un lado, se defiende la profesionalización e inclinación hacia un cine más comercial como único camino de normalización de la imagen, y por otro, que formula el recurso a un cine alternativo al servicio de clases populares y de agitación política, dejando a un lado la vinculación con lo comercial.

Se intentará buscar una coincidencia entre estas dos formulaciones, ya que por un lado se reconoce que se debe conseguir la mayor difusión; pero por otro se considera la importancia de los circuitos paralelos, el uso del formato e 16 mm y no se concede demasiada consideración a la carencia de una industria propia, valorándose más las contribuciones individuales de los cineastas.


En 1975 se producen una serie de hechos que nos hablan de esta creciente preocupación por afianzar un camino industrial para el cine gallego.

Para comenzar, se constituirá NÓS Cinematográfica Galega S.A. que concibe una visión globalizadora del mundo del cine y tenía filmoteca, biblioteca, además de organizar jornadas, muestras y cursos. No cuajó a pesar de las altas expectativas que se tenían sobre ella.

Limitándose a la distribución surge, en 1977 el Patronato do Cine Galego y en el año siguiente Rula. Difusora Cultural Galega . Debido al poco volumen de trabajo nunca se pudieron considerar como compañías inseridas en la dinámica comercial del cine.

La vinculación de Víctor Ruppen al cine en estos años está dirigida a apoyar, desde la producción, algunas de las obras más interesantes de la época. Después de impulsar dos películas en super 8 (Arredor e A fala do Muiño mudo) en 1974, será decisivo en su trayectoria al año siguiente el paso a la 16 mm y sobre todo el salto a la 35 mm profesional, producindo Fendetestas de Antonio F. Simón.

La exclusividad de Ruppen se debe a facilitar determinados realizadores a los medios para hacer sus cortos dentro de un formato que les permita dirigirse a los circuitos comerciales y concebir la producción como algo que se debe desarrollar en continuidad. De esta forma entendemos el apoyo que prestó en 1976 a O Herdeiro y a O Cadaleito  y en 1977 a O pai de Migueliño y Fendetestas. Con el paso de los años estas obras adquirieron importancia en el cine gallego de los 70, ya que representaban el punto culminante do cine, superando la marginalidad amateur y se integrará en la normalidad industrial.
 

LA CULMINACIÓN DEL PERÍODO:

En los últimos años de esta década se produce la crisis definitiva entre los formatos enfrentados en años anteriores, principalmente la representada por la lucha entre la búsqueda de unos medios que posibiliten la mínima infraestructura industrial y comercial y la concepción del cine como arma activista y política.

En este momento se produce un cambio conceptual muy interesante: de abandona de manera progresiva la expresión de cine galego para ser sustituída por “Cine en Galicia” , que hace mención a la diversidad de posibilidades que pueden producirse en el conjunto de la imagen, tomando nuestro territorio como marco referencial.

De manera paralela, la desaparición de las Xornadas de Ourense, el fracaso de los intentos de distribución comercial, el desinterés de las instituciones públicas y privadas, junto con la falta de una auténtica producción empresarial, van a ser motivo de la relentización en la aparición de películas que no se ve rota ni por la incorporación de nuevos y prometedores cineastas como Chano Piñeiro y Xavier Villaverde.

En los últimos años de este período habrá menos número de obras, una ruptura de las líneas que estaban levantando algunos grupos cineastas, a la vez que vuelve a abandonase el formato profesional, lo que condiciona de manera definitiva su difusión.
 
Entrado 1980 se producen una serie de circunstancias que marcarán el futuro de nuestro cine.

En primer lugar, se produce el primer largometraje de producción gallega “Malapata” dirigida por Carlos Piñeiro, en la que participa el grupo Imaxe.

 

Esta película está marcada por estar rodada en 16 mm, y por su estructura interna. Inicialmente fue concebida como un corto, y se alargó de manera posterior hasta 75 minutos. Estos factores y las diferencias internas del filme, hará que tenga una difusión limitada.

 

La consecuencia inmediata fue la dispersión de los miembros del grupo Imaxe  y con ellos la desaparición del último testigo de una etapa colectiva de cine en Galicia.

En paralelo a esta situación se produce la muerte de Carlos Varela Veiga, uno de los máximos impulsores del cine militante y dinamizador de múltiples manifestaciones. De esta forma también queda rota otra corriente alternativa que se desarrollara en años anteriores, con lo que se reafirma el vacío teórico y práctico que va a sobrevivir en ese momento.

Y por último como claro testigo de la inflexión que se está produciendo, encontramos la revisión del cine gallego que afronta el Club Abertal de Vigo. Fruto de su interés será la publicación de la Escolma do cine galego en la que aparecen una serie de hechos significativos de años anteriores junto con una revisión de las perspectivas aplicadas en este momento.

Esta publicación supone el cierre a nivel literario de la fase de efervescencia política y reivindicación del cine como arma de lucha, abriéndose una línea de reflexión más histórica sobre la situación del cine en Galicia.

Todas estas circunstancias nos indican el final de una etapa en la evolución del cine gallego.
 

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UN ASUNTO DELICADO:

En este capítulo hablaremos de todos aquellos proyectos que fracasaron o que quedaron pendientes, las ideas y la voluntad propia del cine gallego.

Nos situamos en los primeros años de la década de los 80. Galicia pasa a ser una Comunidad Autónoma y se pone en funcionamiento la Xunta de Galicia. El nacimiento de este organismo propició la aparición de proyectos entre 1980 y 1983, desarrollados en ámbito privado que solo se podían consolidar si contaban con el apoyo público. Alguno de estos fueron la creación de la Filmoteca do pobo galego, El centro superior de Cinematografía e Televisión y Gaelicinsa (productora y distribuidora dotada de equipos propios, con un importe capital social y planos quinquenales de producción. Tanto la filmoteca como el Centro Superior y Gaelicinsa desaparecieron en silencio.

En paralelo al silencio administrativo se produjo un importante auge tecnológico. En aquellos años llegaron los primeros equipos de producción de vídeo lo que trajo consecuencias favorables: capacidad para realizar regularmente producciones audiovisuales desde Galicia.


A raíz de esto se pusieron en marcha dos empresas, Espello y Trama en A Coruña. Su personal estaba conformado por los grupos de los 70. La mirada de estas empresas estaba puesta en la posible aparición de una televisión gallega.

En 1984, Manuel Abad, de Espello, realizó “Denantes”  sobre el suicidio en Galicia, y Xavier Villaverde, de Trama, realizó “Veneno puro” una ficción sobre el poder de la imagen. Estos dos títulos lideraron el boom del vídeo-arte gallega. Gracias a esto el vídeo gallego consiguió fuera del territorio prestigio, premios y atención y en la misma Galicia logró la autoestima.

Surgieron así dispuestos a experimentar con equipos de imagen electrónica y destacan en esto dos creadores: Antón Reixa e Ignacio Pardo, por el poder de sus vídeos y por la continuidad que supieron darle a su trabajo.

Aquel boom duró poco, el personal fue abandonando el vídeo de creación por la publicidad, el vídeo musical, la televisión y el cine. Hablando de cine, en aquella época, en A Coruña, José Luís Defez realizaba numerosos cortos científicos en 35 mm., mientras que en Vigo, Juán Pinzás y Pilar Sueiro sacaban 20 cortometrajes.

El nombramiento de Luís Álvarez Pousa como director general de Cultura supuso el inicio de una intensa actividad pública a favor del audiovisual. O arquivo da imaxe, organismo que coordinó las actividades de cultura en estos tiempos, desarrolló en pocos meses muchas iniciativas que avanzaban en diversas direcciones: impulsó el uso del vídeo en la enseñanza; se dotó de equipamientos propios para la producción de vídeo; financió cortometrajes, vídeos, investigaciones y guiones; creó la Filmoteca, la Videoteca y la Fototeca; propició disposiciones legales para que la Xunta asumiese las competencias que en materia audiovisual le correspondían. No hubo tiempo para avanzar en la elaboración de una ley de cine y en la creación de una empresa mixta para la producción cinematográfica. Desde que O Arquivo desapareció, la única huella administrativa que dejó fueron las ayudas a la producción sobre proyecto. Desde 1984, el departamento de cultura siempre (menos en 1986 y en 1994) incluyó en sus presupuestos una partida destinada a este fin.

O Arquivo da Imaxe propició las ‘’Jornadas de Cine y vídeo de Galicia’’ (Xociviga), celebradas en O Carballiño, dirigidas por Miguel Anxo Fernández. Desde 1984 las Xociviga impulsan la celebración de un certamen destinado al debate y al encuentro de los miembros del audiovisual gallego. Destaca en 1985 la celebración del homenaje a Carlos Velo, un importante cineasta gallego.


Por otra parte, cabe resaltar festivales como el ‘’Cine de Humor’’, celebrado en 1983 en A Coruña que fue considerado el mayor festival audiovisual que se había celebrado en Galicia hasta ese entonces; ‘’Vídeo de Vigo’’ dirigido por Enrique Acha y que fue considerado uno de los certámenes más importantes a nivel nacional del vídeo-arte y el certamen anual que convoca la Casa de las Ciencias de A Coruña relacionado con el vídeo científico, entre otros.


A partir de esos años comienzan a celebrarse una gran cantidad de festivales y certámenes dedicados al cine y al vídeo, muchos organizados por cineclubs para compensar la exhibición comercial, ya que muchos se organizaron en una federación y adquirieron la responsabilidad de la investigación y la promoción del cine gallego y la aproximación a Portugal. En la actualidad siguen trabajando varias asociaciones con esos objetivos, pero sobre todo se dedican a exhibir cine culto que en su distribución no llega a nuestras pantallas.


Según el especialista Miguel Anxo Fernández, en 1980 en Galicia había 168 cines en activo, una cifra que poco a poco ha ido descendiendo, sobre todo en zonas rurales. Esta desaparición fue causada por la crisis mundial que sufría la exhibición cinematográfica.


En 1985, año en el que se disuelve O Arquivo da Imaxe, sucede un acontecimiento clave en la historia del audiovisual gallego, pues el 25 de julio comienzan las emisiones de la Televisión de Galicia y es que la Xunta puso en marcha un canal autonómico, tal y como hicieron el País Vasco y Cataluña. Este acontecimiento supuso un gran cambio ya que la única televisión con emisiones específicas en Galicia era la Televisión Española y la implantación de la TVG tenía la misión de convertirse en un canal generalista que gozase con un amplio horario, además de promocionar la cultura y la lengua gallega.

 

Esta nueva televisión se concibió como una emisora dotada de equipos y de personal para satisfacer sus necesidades propias, así como un canal financiado por los presupuestos públicos y los ingresos publicitarios. Además, el hecho de introducir la lengua gallega en la televisión trajo consigo el esfuerzo de doblar las series y películas extranjeras, pero éste no se compensó con el de producir obras audiovisuales en gallego, puesto que las productoras todavía no confiaban en la TVG.


En 1987 destacan las ayudas convocadas por el departamento de Cultura por un importe de 60 millones, mayor al de otros años. La comisión propuso subvencionar varios cortometrajes y dos proyectos: Sempre Xonxa de Chano Piñeiro y Continental de Xavier Villaverde. Por otra parte, Alejandrino Fernández Barreiro, titular de la Consellería decidió incluir dos largometrajes más: Gallego de Sancho Gracia y Divinas palabras de José Luis García Sánchez. Esto supuso una reducción de las aportaciones anteriores. De aquí surge el debate de si apoyar financieramente a las producciones cinematográficas gallegas o a las que están ambientadas en Galicia. Sin embargo, se priorizó la segunda opción para dar a conocer a autores nativos, la cultura y el paisaje. Por otro lado, en 1987 Alfredo Conde, nuevo consejero de cultura, prometió compensar los recortes de las ayudas y el director de Divinas Palabras, José Luis García renunció a la subvención. De tal modo que se evitó el enfrentamiento de los profesionales gallegos.


Otro aspecto a destacar es la creación de la Asociación de Productoras de Cine y Vídeo de Galicia que mostró la necesidad de que la Xunta y la TVG apoyasen al cine gallego y al ‘’Fondo de Protección a la Cinematografía’’. Una vez solucionado el problema de las ayudas económicas la Asociación fue dejando de manifestarse y en 1991 retoma de nuevo su papel.


Transcurridos cinco años de la producción de los largometrajes subvencionados por la Xunta en Vigo tiene lugar en 1989 un acontecimiento conocido como ‘’Cinegalicia’’, en el que se estrenaron tres largometrajes: Continental, Sempre Xonxa y Urxa, las primeras en 35 mm. La Consellería de Cultura propuso una ayuda publicitaria para el estreno de dichas películas, a las que subvencionó y apoyó junto con la TVG.


Estas tres obras cinematográficas se convirtieron en la referencia de numerosos largometrajes posteriores. 
En primer lugar, Xavier Villaverde, director de cine y famoso por otros trabajos relacionados con el vídeo en Galicia llevó a cabo Continental gracias al productor Francisco Casal y al guion de Raúl Veiga. Este largometraje encasillado en los géneros thriller y melodrama narra la rivalidad entre dos contrabandistas; gozó de la aceptación del público gallego, pero pasó desapercibida en el mercado español. 
En segundo lugar, Urxa se llevó a cabo gracias a los realizadores Alfredo García Pinal y Carlos Piñeiro y al productor Xosé Xoán Cabanas Cao; se trata de un largometraje en el que se agrupan tres cortometrajes, cuyo hilo conductor es la protagonista que da título a la película, una bruja. Este proyecto pretendía demostrar la capacidad de realizar un cortometraje con escasos medios, lo cual fue uno de los aspectos más valorados de la obra, que apenas tuvo importancia en el público gallego.  


Por último, Sempre Xonxa de Chano Piñeiro, fue un largometraje que gozó de gran éxito en Galicia, con más de setenta mil espectadores. La película relata temas sociales, por una parte, un triángulo amoroso y por otra, la emigración. Cabe destacar que se convirtió en una de las películas más emblemáticas del cine gallego, junto con su director. De Chano Piñeiro podemos resaltar otras películas como Mamasunción, Esperanza y Camiño das Estrelas, esta última, por encargo del Jacobeo de 1993, era una obra cinematográfica destinada para los peregrinos que llegaban al Monte do Gozo y narra la historia de amor entre un hombre lobo y una sirena.

                                                                                         

‘’Cinegalicia’’, por lo tanto, supuso la producción de tres largometrajes y concluyó con la etapa de Alfredo Conde como consejero y una política audiovisual con buen resultado, ya que también facilitó la producción de varios cortometrajes como Brando a Xelmirez, Macana de Doteche y El resplandor de la muerte y de vídeos como Hardo y Numeralia. El apoyo al sector audiovisual se extendía con ayudas específicas a difusión e investigación y se creó el premio de guiones cinematográficos ‘’Carlos Velo’’.


La política continúo con la vuelta del Partido Popular al gobierno de la Xunta en 1990, prolongó las ayudas a la producción y llevó a cabo dos proyectos diseñados por el gobierno anterior, relacionados con dotar de estabilidad a la política audiovisual. Así, nacen el Centro Galego de Artes da Imaxe y la Escuela de Imagen y Sonido (1987-1989), que comienzan a funcionar en 1991.
Destaca la creación de dos revistas especializadas: Vértigo y Cielo Negro, la segunda dedicada únicamente al audiovisual gallego y es que este sector desde 1990 se vio marcado por las ayudas económicas públicas concedidas por la Xunta de Galicia, de este modo se sacan adelante nuevos proyectos, como los de José Carlos relacionados con cuentos populares y Alber Ponte con su primer largometraje Ni en sueños, que todavía no se ha estrenado. La Escuela de Imagen y Sonido comienza a dar a conocer a nuevos directores.


En un cine más profesional, destaca la producción de cortometrajes que suponían el regreso al cine de algunos realizadores como Miguel Castelo, que adaptó un relato de Dieste en O Desexo; Eloy Lozano con Entrevista, Lino Braxe con Un café de ollos verdes y Manuel Abad con Contar. Gracias a las subvenciones, se realizaron obras como O milagre da carne por Javier Codesal y se dan a conocer cineastas como Lidia Mosquera con películas como A todo tren y José Carlos Soler con O párroco. Además, destaca, por una parte, Héctor Carré, que realizó los cortometrajes A sorte cambia y Coitadiños y la película Dame Lume, un thriller caracterizado por poseer elementos cómicos, que fue nominado al ‘Goya a la mejor ópera prima’. Por otra parte, sobresale Raúl Veiga con el corto Boas noites, Eire, una adaptación de Méndez Ferrín, cuya historia se prolonga en un largometraje A metade da vida, que apenas tuvo éxito.


Otros largometrajes realizados gracias a las ayudas económicas de la Xunta son Martes de Carnaval (1990) y O baile das animas (1993), dirigidas por Pedro Carvajal que pretende mostrar el mundo sobrenatural en Galicia. En la misma línea destaca O xogo das mensaxes invisibles (1993), una adaptación de Juan Pinzás de la novela de Álvaro Pombo, que al igual que las anteriores mezclaba elementos paranormales y reales.


Por último, cabe destacar pequeños pasos que están comenzando a dar buenos resultados, como el acuerdo asignado por la TVG en 1995 con AGAPI (Asociación de Productoras) para la producción de series y películas que comienza a dar sus frutos, sobre todo en el género de comedia de situación. Por otra parte, la Xunta manifestó el propósito de redactar una Ley del audiovisual y la puesta en marcha de un Consejo Asesor especialista en el sector y en Telecomunicaciones.
 

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