El cine en Galicia de 1940 a 1970
Durante el Franquismo, Galicia depende de la producción cinematográfica de otros países y en cuanto a las películas de producción propia, al igual que las de producción nacional deben seguir una serie de normas impuestas por el régimen franquista y necesitan pasar varios controles para verificar su cumplimiento.
La producción de la época es escasa y el desarrollo de proyectos se ve dificultado por la carencia de infraestructuras debido a la falta de empresarios, la climatología y a que el centro de actividades cinematográficas, industriales y administrativas era Madrid.
En cuanto a la distribución, se caracteriza por estructurarse a partir del diseño realizado por las firmas más importantes desde Madrid. En Galicia, destaca A Coruña por ser la la zona en la que operan las firmas nacionales a través de una sucursal, sin embargo, también surgen nuevas empresas individuales dedicadas a la distribución de películas de las grandes firmas cinematográficas y además asumen el papel de sucursales de otras distribuidoras más pequeñas y que únicamente cuentan con una oficina en Madrid o Barcelona.
Destacan Renacer Films, Selecciones Núñez o Selecciones Varela, entre otras. Además, Vigo también cuenta con agencias y sucursales que cubren la demanda generada por las salas de su entorno. Destaca Baños Films, una de las empresas distribuidoras más famosas de toda Galicia.
Por otra parte, este sector se ve afectado por el aumento de salas ocasionado por el desenvolvimiento de la fórmula contractual que lleva a que el titular de la sala busque mejores condiciones en firmas y películas.
Con el tiempo el distribuidor asentado en Galicia consigue adaptar su política comercial y la adquisición de títulos, lo cual da lugar a que las sucursales y las firmas importantes cierren, de tal modo que ceden material a las firmas individuales asentadas en A Coruña y Vigo.
En cuanto del parque de salas de cine, en los años cuarenta se encuentra muy activo, sobre todo en Pontevedra. Se trata de un sector en crecimiento y desarrollo, asentado en los lugares más dispersos de la geografía gallega, con un tipo de programación diferente (zona rural o núcleo urbano), y un ritmo de sesiones muy variante que puede ir de dos a tres veces por semana a solo fines de semana y festivos, sin tener en cuenta a los empresarios ambulantes que recorren núcleos de menor tamaño.
Debemos tener en cuenta que la dictadura limitaba los espacios de ocio. Sin embargo, Galicia puede presumir de una amplia variedad de salas de cine, lo cual es un hecho muy destacable, ya que demuestra que la población gallega tuvo en su gran mayoría la gran fortuna de poder disfrutar del cine. Sin embargo, en la década de los sesenta llega la televisión, un hecho que marca un punto de inflexión en el interés del público por el cine, se manifiesta en el lento cierre de salas, que, a diferencia del resto del país, en Galicia se nota drásticamente sobre todo en zonas de interior.
El tipo de empresa que sustentó el parque de salas fue el familiar y el individual, con excepciones como la empresa Fraga, que además de controlar pantallas dentro y fuera de Galicia constituyó otra empresa, Espectáculos Celta, para abarcar más espacios, Emilio Rey Sánchez, Albino Francesh y Antonio Méndez.
Sobre las infraestructuras de las salas gallegas podemos decir que en los años cuarenta salvo una serie de locales como ‘’Gran Teatro’’ (Lugo), ‘’Xesteira’’ (Ourense), ‘’Victoria’’ (Pontevedra), ‘’Capitol’’ (Ferrol) y ‘’Colón’’ (A Coruña), entre otros, superan las mil butacas de aforo. En el resto de salas la media estaba entre doscientas y cuatrocientas butacas. En la década de los años cuarenta se consolida el parque de salas gallego dado que en las décadas posteriores disminuye la inauguración de salas, exceptuando la de los sesenta en la que se construyen algunas. En cuanto al equipamiento, cabe destacar que las salas contaban con una entrada con dos proyectores que permitían una sesión ininterrumpida, y otros elementos.
Algunos proyectos destacables son El hombre y el carro (1940-1945), dirigido por Antonio Román y basado en el texto de Joaquín Lorenzo ‘’Xocas’’. En la producción se muestra la humanización del carro a través de su nacimiento, vida y muerte, pasando por la convivencia entre la sociedad. Por otra parte, resaltan obras producidas por el Ministerio de Agricultura como Bosques Amigos (1941), Vacas y pastos (1954), Truchas y salmones (1957), Concentración parcelaria (1957), del Ministerio de Obras Públicas Ferrocarril de Coruña a Santiago (1953), del Ministerio de Trabajo Seguridad Social del mar (1961).
Sin embargo, estos proyectos no tuvieron gran importancia ya que eran realizados con imágenes aisladas y fijas y un texto en off que ilustraba con entonación poética lo que se mostraba e imágenes. Por otro lado, destacan dos trabajos de 1966, Galicia de Claudio Guerin, que relata Galicia a través de tres propuestas: celta, romana y medieval, y Xantares de Pedro Olea, sobre la gastronomía gallega. Ambas producciones cuentan con guión y comentarios de Álvaro Cunqueiro.
Cabe destacar también, por una parte, a la productora madrileña Peñalara Films, propiedad de Jesús de Paz de Castaño por la gran actividad que mantiene sobre Galicia durante la década de los cuarenta, sobresalen obras como Viajando por Galicia y Hórreos y redes, entre otras. Por otra parte, la labor y la producción de cortos por Cesáreo González, que muestra el desenvolvimiento industrial con Vigo, puerto mayor del Atlántico en Europa (1944); la belleza de las ciudades con La ciudad de cristal; y los rincones gallegos con Ría de Vigo.
En último lugar, la Productora Cinematográfica ‘’Galicia’’, fundada por Jesús Pin Novo, que llevó a cabo producciones como Rías Bajas gallegas, Ciudades gallegas, Ruta de Ourense, dirigidas por Amador del Villar y que se trata de obras que están por encima de muchos otros trabajos sobre Galicia.
En cuanto a temas recurrentes resalta en primer lugar, el paisaje gallego como en Rías Bajas (1940), Rías Bajas gallegas (1940), Rías gallegas (1943), Costa de la muerte (1945), Vigias del Mar (1958). Las costumbres y las tradiciones gallegas aparecen como complemento en algunas de las obras citadas anteriormente pero también conviene citar Bailes de Galicia (1960), A Rapa das Bestas (1961). En segundo lugar, destaca el tema relacionado con Santiago de Compostela debido a la popularidad de la peregrinación. El año Santo de 1948 es aprovechado por las cámaras para filmar una película publicitaria llamada Compostela de Joaquín Fernández, producida por la Archicofradía del Glorioso Apóstol Santiago Patrón de las Españas. A través de esta filmación se invita a peregrinar cara la ciudad de Santiago; en la misma línea destaca Meta de Peregrinos de Sabino A. Micón.
En los años cincuenta resalta Luis Torreblanca con producciones como Peregrinos Eternos, y en la década de los sesenta sobresalen obras como Al final del camino de Suárez Lezo y trabajos titulados genéricamente Camino de Santiago. En 1964 se celebran los XXV Años de Paz y se crean los Premios Nacionales de Turismo para cortometrajes, el año siguiente, 1965, correspondía al Año Santo y se crearon numerosas películas sobre el tema para competir por el premio. Destacan Hacia Santiago de César Fernández Ardavín y El Pórtico de la Gloria de Ezequiel Méndez, entre otras.
GALICIA AL ALCANCE DE TODOS LOS ESPAÑOLES:
Gracias a NO-DO la imágen de Galicia llegó tanto a las pantallas Españolas como a las extranjeras.
Los focos de atención de la época eran: la presencia de Franco en el Pazo de Meirás durante el verano, la importancia industrial de Ferrol y el asentamiento de la Escuela Naval en Marín. Estos aspectos influyeron en la imágen turístico-festiva de Galicia.
El noticiario fue el formato que convirtió a Coruña en la provincia con más producción entre 1943 y 1979.
Las mayores producciones cinematográficas de directores gallegos fueron llevadas a cabo en Madrid. La imágen que recogía el cine gallego era enxebre y costumbrista e hizo que Galicia se convirtiera en un escenario muy visitado.
El patrón que seguían todas las películas gallegas se basaba en mostrar la costa gallega al inicio, acompañada de una música melancólica y títulos de crédito. La trama es una historia trágica, de desamores, de esfuerzo por sobrevivir...Aunque también están muy presentes los sueños y la esperanza. Los interiores están profusamente decorados, con objetos en todas las esquinas que hablan por si solos sobre la tierra gallega. Es muy recurrente también el sonido de una gaita gallega, un grupo de baile tradicional, hórreos, cruceiros…. El final se presenta agradecido, tras solucionar los problemas presentados y volviendo a la normalidad.
Estas películas eran realizadas con intención comercial, muy apartadas de la intención cultural e ideológica de los documentales de los años 40. La mayoría de estos filmes intentaban escapar de los tópicos ya mencionados, pero resultaba imposible ya que eran necesarios para mantener su ritmo, de secuencias que mostraban a terra meiga.
Los personajes que aparecen en estas películas son: las mujeres que habitualmente generaban enfrentamientos entre aquellos que se fijaban en ellas. Vivían un sufrimiento para el que habían nacido, reflejan la amargura y la soledad y perdonan las agresiones de sus maridos. Las actrices que tentaban representar a los personajes no cuadraban con los mismos.
Los hombres en la ficción gallega eran amantes de la aventura, emigrantes, estudientes, dueños de pazos, empresarios… Este personaje encuentra su contrafuerte humano en las mujeres, citadas anteriormente. El contrapunto interpretativo se lo ofrecen una serie de personajes secundarios que dinamizan cada una de las situaciones.
Los gallegos representados a lo largo de los años 40 y 50 no tenían nada que ver con los que vinieron después. Nos encontramos con otros intereses cinematográficos y también con protagonistas de las historias que mantienen una relación con Galicia ocasional, lo que los lleva a aventuras en un ambiente menos comprometido. Ya no se trata de que las personas transmitan algo de la tierra, sino que las utilizan para dar rienda suelta a sus vivencias.
Lo que podemos denominar realismo gallego lo encontramos en las películas producidas por Cesáreo González, quien es la mejor representación del sentimiento gallego debido a su manifestada morriña. Buscaba la autenticidad de esa imágen gallega tan característica.
Las películas producidas por Suevia Films encontramos en primeros planos una Galicia que mira al mar, un profuso sentimiento religioso, una Galicia tradicional, fiestas, romerías…
En las películas producidas por Cesáreo, el discurso visual se detenía con placer en este tipo de imágenes.
Para entrar con buen pie en el cine gallego, hizo una película que recordaba a los emigrantes que, como él, marcharon a América y que volvieron convertidos en ricos indianos. Realizó entonces Polizón a bordo (1941), que aunque no se trataba de una autobiografía, retrata su vida también como emigrante, en la que muchos gallegos llevaron su tierra a otro país y crearon una nueva provincia. Esta película fue dirigida por Florián Rey.
Otra de las producciones de Cesáreo González fue Unos pasos de mujer (1941), dirigida por Eusebio Fernández Ardavín. Trata de Tonecho, un pescador que vive solo y que se enfrenta con el encargado de la flota para la que trabaja.
Ramón Torrado, empleado de Cesáreo, se inicia como director en una serie de películas de Suevia Films. Se encargó de dirigir Mar abierto, Botón de ancla y Sabela de Cambados, los tres títulos siguientes de ambiente gallego producidos por Cesáreo.
Del resto de producción gallega de Cesáreo cabe destacar Pórtico de la Gloria (1953), dirigida por Rafael J. Salvia, la cual llega en un oportuno momento político (relaciones que se establecen entre el gobierno español y el Vaticano) y religioso (al año siguiente se celebra un Año Santo Compostelano).
Por último, añadir que las imágenes de este productor así como de sus colaboradores fueron muy reduccionistas, repletas de tópicos, que comercializaron unos contenidos que se podían encontrar en otros productos más turísticos.
A lo largo de este período, Galicia fue uno de los platós más utilizados por el cine español y alguna coproducción internacional.
El punto de partida lo encontramos en Raza (1941), rodada en Vilagarcía de Arousa. En la ría de Pontevedra y en Ferrol se ruedan algunas escenas de El crucero Baleares (1941), la cual levantó muchísima polémica y fue prohibida su exhibición por los altos cargos de la Armada española.
A partir de este momento además de las películas producidas por Suevia Films-Cesáreo González, nos encontramos con películas como El hereje (1957), coproducción de Osa Films con la italiana Sagittario.
Ya en la época de los 60, vuelven a rodar en la Escuela Naval de Marín Botón de ancla en color (1961).
El cine de esta época intentaba aprovechar el éxito del que gozaban algunos cantantes por todo el país. Incorporamos a la lista Pachín Almirante (1961), Los guardamarinas (1966) y esta serie de películas terminará con Los caballeros del botón del ancla (1972).
Pero no todo el cine se limitaba a estos escenarios militares. Galicia forma parte del fresco dirigidos por Javier Aguirre bajo el título de España insólita (1964). El guionista supo como saltar geográficamente de un extremo a otro del país.
En esta misma línea surge Así es Galicia (1964). Con esta película se pretendía llegar al sentimiento de muchas personas e invitaba a todo el mundo a “visitar la región más bella de España”
Siguiendo la producción nos encontramos con Cotolay (1965), Aventura en las Islas Cíes (1966), una nueva historia sobre el Camino: El bordón y la estrella (1966), Operación Plus Ultra (1966), Esa mujer (1968) protagonizada por Sara Montiel y En un mundo diferente (1968). Nuestro recorrido se detiene en Más allá del Río Miño (1969).
Debemos detenernos a analizar las relaciones entre los autores gallegos y las historias llevadas a la pantalla. De esta forma descubrimos que la mayoría de autores gallegos en los que se fijó el cine escribieron pocas historias ambientadas en Galicia.
Uno de los autores más cinematográficos fue Wenceslao Fernández Flórez, que en este período nos encontramos con trece obras situadas entre El hombre que se quiso matar (1941), de Rafael Gil, y ¿Por qué te engaña tu marido? (1968), dirigida por Manuel Summers. Sin embargo, solo el toque gallego aparece representado en Unos pasos de mujer (1942) y en Camarote de lujo (1958).
También se hace referencia a Galicia en La casa de la lluvia (1943).
Por otra parte, Adolfo Torrado fue otro de los autores con grandes éxitos teatrales en donde el tono popular era predominante. Tuvieron un interés especial obras como El famoso Carballeira y Sabela de Cambados.
De Joaquín Calvo Sotelo y de Pilar Millán Astray apenas hay una obra que tenga que ver con Galicia, a otro nivel encontramos a Emilia Pardo Bazán con la novela La sirena negra (1947).
Continuamos nuestro recorrido con Elena Quiroga, de la que Antonio Momplet adapta Viento del Norte (1954). También tenemos que mencionar las nuevas versiones de La casa de Troya.
Juan Antonio Bardem dirige Sonatas (1959), de Valle-Inclán, que desarrolla toda la primera parte en Galicia en el otoño de 1824.
Merece una especial mención la adaptación que hacen Juan Antonio Porto y Pedro Olea de la obra de Carlos Martínez Barbeito, El bosque del lobo (1969). Hasta este año podemos decir que no nos encontramos con ninguna película que se adentre en Galicia. La historia sobre el hecho real ocurrido en tierras coruñesas a mediados del siglo XIX, cobra vida en una narración visual muy natural, que intentan llegar al público sin ningún tipo de trama, las historias de los hombre-lobo en Galicia.
Por último es muy importante que hablemos de la emigración. En este apartado destacan tres hombres en especial: Vicente Casanova (Cifesa), Cesáreo González (Suevia Films) y Benito Perojo, este ya como productor. Estes hombres no solo se dedicaron a subministrar títulos para los mercados americanos, sino que establecieron una pauta en la movilidad de las estrellas de ambos lados del Atlántico y emprendieron abundantes coproducciones.
México, Argentina, Cuba, Brasil o Venezuela fueron países que acogieron a emigrantes gallegos que nunca dejaron atrás el contacto con sus raíces. El cine ayudó a establecer el puente necesario entre las dos orillas. En este contexto debemos tener en cuenta las películas producidas por Suevia Films Films o Benito Perojo, pues sus continuos viajes eran para mantener vivo el interés tanto de lo que producían en España como en México o Buenos Aires.
Resulta también interesante ver que tipo e producciones se generaron en los países americanos sobre los gallegos y que imagen ofrecían de los mismos.
De entrada, nos encontramos con la actriz argentina Niní Marshal, que enseguida asimiló los problemas que sufrían los gallegos que llegaban a Argentina.
Cándida (1939) es el punto de partida y tras su éxito llegan Los celos de Cándida (1940), Cándida millonaria (1941), Cándida la mujer del año (1943), Santa Cándida (1945), Una gallega en México (1949), Una gallega baila mambo (1950) y Los enredos de una gallega (1951). Nini Marshal monopolizó la producción gallega.
Además de estos títulos comerciales, encontramos otros como El indiano (1954), de Fernando Soler. Esta película, aunque se refiere a Galicia no tiene ningún plano de ambientación, cosa que si ocurre en Mi Buenos Aires querido (1962), de Francisco Mújica.
Nos interesa también hablar de las producciones realizadas o encargadas directamente por los gallegos que residían en estos países americanos. De esta época no se conservan muchas películas, pero si podemos recordar los trabajos rodados por Eligio González en Buenos Aires, tanto para el Centro Gallego como el “ourensán”, a Sociedade Val Miñor y algunos acontecimientos en los que se vieron implicados gallegos residentes en la ciudad de Buenos Aires. De igual forma cabe destacar las películas de Manuel Arís: Viaje por Galicia (1953-1958), y Tierra de nuestros mayores (1960) y también las obras de Armando Hermida Luaces: De Irún a Tui (1957-1958), Galicia al día (1959) y Alma Gallega (1966).
Especial relevancia documental tienen las dos películas aparecidas hace un par de décadas en Carballiño. Se tratan de Romería de la Magdalena e Ruta de Lobanes, dos títulos con una temática y formulación muy familiar, imágenes de recuerdo sobre la tierra de aquellos que viven lejos de ella. El material recuperado apunta a que quien rodó estas imágenes utilizó una cámara profesional y tenía interés creativo.
Para terminar, tanto estos últimos casos como los comentados a lo largo del capítulo, nos pueden ilustrar sobre la imagen que el cine dio de Galicia a lo largo de 30 años. La perspectiva que se nos ofrece a lo largo del tiempo la imagen que se da es una imagen pobre y en muchos casos despectiva, abundantes tópicos que situaban a Galicia en un recinto de bellezas inigualables pero inhóspito, transmitiendo una imagen sumía a la tierra y sus gentes en esas profundidades socio-culturales de las que le ha costado salir.
Los documentos, no obstante están ahí, para que podamos seguir escrutando nuevas vías que nos permitan comprender mejor el mensaje que se quiso transmitir y en qué medida ac sus objetivos.