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El resto del mundo

Fuera del mundo americano y europeo son varias las cinematografías que han tenido importancia e influencia cultural en un marco internacional: Brasil, Argentina, México, Japón e India. Los tres países iberoamericanos consiguieron una infraestructura  muy importante a lo largo de los años y en ellos han surgido figuras de renombre además de en algún caso, asimilar como propios a autores provenientes de otros lugares, como fue, por ejemplo, Luis Buñuel.
 

Pero en algunos países iberoamericanos, en el inicio de los años 60 surgieron películas que indicaban que el movimiento de renovación alcanzaba también aquellas latitudes, fue el caso del boliviano Jorge Sanjinés, que entre sus obras destaca “Sangre del cóndor, 1969”, una película en lengua aimará y su guion gira en torno la esterilización de las mujeres indias.
 

México es el país que disfruta plenamente y con intensidad las comedias disparatadas de mano de “Cantinflas” con películas como “El bolero de Raquel, 1957” o “El extra, 1962”. También es importante la figura de Emilio Fernández, el “Indio” que ha ocupado durante años un lugar privilegiado va siendo olvidada en beneficio de nuevas generaciones que surgen al amparo de instituciones de enseñanza como es el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos. Pero el cambio en las tendencias no fue fácil y esto se reflejaba en el cine, un ejemplo es “La fórmula secreta, 1965” de Rubén Gómez y de gran contenido violento, fue uno de los títulos que hicieron concebir esperanzas de cambio de estilo en México.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

Una serie de escritores como Gabriel García Márquez o Carlos Fuentes constituyeron un apoyo con sus textos para la realización de un nuevo cine. Pero más adelante, con la creación del Instituto de Capacitación Cinematográfica, surgirá la gran figura de esta nueva generación, que es Arturo Ripstein, que se da a conocer con “Tiempo de morir, 1966” aunque también se puede añadir el nombre de Felipe Cazals, que dirige “La manzana de la discordia, 1968”. Con un tono surrealista es importante la figura de Alejandro Jodorowsky, con un cine cuajado de imaginación, rupturista y donde es más fuerte el poder de las imágenes que el argumento.
 

Mientras tanto en Argentina, el gran director es Leopoldo Torre Nilsson que, gracias a festivales de cine europeos se dio a conocer. Algunas de sus películas como “La casa del ángel, 1957” tienen una gran capacidad psicológica, un gran sentido de la moral e influencia de diversos creadores europeos en la utilización del espacio y el ambiente, le permiten analizar al detalle la burguesía de su país, que es su principal seña de identidad.
 

Es en Argentina donde mayormente está presente la influencia europea así como la atracción por las líneas de pensamiento, por el sentido de la cultura que se supone predominan en el continente europeo constituyen la guía a observar y tratar de adaptar a su realidad. Así como también la influencia de Freud. Torre Nilson fue el encargado de llevar a su país Fuera del mundo americano y europeo son varias las cinematografías que han tenido importancia e influencia cultural en un marco internacional: Brasil, Argentina, México, Japón e India. Los tres países iberoamericanos consiguieron una infraestructura  muy importante a lo largo de los años y en ellos han surgido figuras de renombre además de en algún caso, asimilar como propios a autores provenientes de otros lugares, como fue, por ejemplo, Luis Buñuel.
 

Pero en algunos países iberoamericanos, en el inicio de los años 60 surgieron películas que indicaban que el movimiento de renovación alcanzaba también aquellas latitudes, fue el caso del boliviano Jorge Sanjinés, que entre sus obras destaca “Sangre del cóndor, 1969”, una película en lengua aimará y su guion gira en torno la esterilización de las mujeres indias.
 

México es el país que disfruta plenamente y con intensidad las comedias disparatadas de mano de “Cantinflas” con películas como “El bolero de Raquel, 1957” o “El extra, 1962”. También es importante la figura de Emilio Fernández, el “Indio” que ha ocupado durante años un lugar privilegiado va siendo olvidada en beneficio de nuevas generaciones que surgen al amparo de instituciones de enseñanza como es el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos. Pero el cambio en las tendencias no fue fácil y esto se reflejaba en el cine, un ejemplo es “La fórmula secreta, 1965” de Rubén Gómez y de gran contenido violento, fue uno de los títulos que hicieron concebir esperanzas de cambio de estilo en México.
 

Una serie de escritores como Gabriel García Márquez o Carlos Fuentes constituyeron un apoyo con sus textos para la realización de un nuevo cine. Pero más adelante, con la creación del Instituto de Capacitación Cinematográfica, surgirá la gran figura de esta nueva generación, que es Arturo Ripstein, que se da a conocer con “Tiempo de morir, 1966” aunque también se puede añadir el nombre de Felipe Cazals, que dirige “La manzana de la discordia, 1968”. Con un tono surrealista es importante la figura de Alejandro Jodorowsky, con un cine cuajado de imaginación, rupturista y donde es más fuerte el poder de las imágenes que el argumento.
los movimientos que predominaban en Europa. Su cine es una filmografía desigual y abarca distintos registros y ha servido de influencia para los jóvenes cineastas de su país. Algunos títulos importantes de sus películas son “Martín Fierro, 1968” o “El santo de la espada, 1970”.
 

La dificultad de estos cines suramericanos radica en la producción desigual y presentaba una manera de distribuirse dificultosa, se mantenían en base a festivales o exhibiciones y la sociedad no solía consumirlo. La principal influencia era el cine francés de esta época, pero muy restringida y existía la duda de si el cine debía ser algo lo cual su capacidad comunicativa se limitase por el desenvolvimiento de sus tramas o lenguajes. Un ejemplo es “La cifra impar, 1962” de Manuel Antin.
 

Por otra parte, en Cuba son importantes figuras como Tomás Gutiérrez Alea con “Historias de la revolución, 1960. También Humberto Solás tuvo gran relevancia ya que fue uno de los directores más importancia de la nueva Cuba con su obra maestra “Lucía, 1968”.
 

En estos años Brasil era la gran esperanza, tras el éxito de “Orfeo Negro, 1959” del francés Marcel Camus que fue realizada a partir de la obra del brasileño Vinicius de Moraes “Orfeu do Carnaval” convirtió al país en un atractivo pero convencional a su vez desde los ojos de Europa. Nelson Pereira dos Santos fue uno de los directores más representativos del cine brasileño. Sus aportaciones quedaron plasmadas en películas como “Río 40 Graus, 1955” o “Río, zona norte; 1957” de parecida temática y “Vidas secas, 1963”. Películas de gran realismo social.
 

A partir de los años 60, Glauber Rocha se convirtió en el impulsor del “Cinema Nôvo Brasileiro” y obtuvo una sonada repercusión nacional e internacional. Su cine representa la violencia en el pueblo brasileño y conectaba con los postulados marxistas. Su mundo estaba compuesto por un paisaje duro, con referencias al western, referencias feudales, muy místico, que todo se ve reunido en una de sus mejores obras como es “Dios y el diablo en la tierra del sol, 1964”. También cabe destacar la figura de Ruy Guerra con “Os fuzis, 1963”.
 

En Japón, tras los ataques atómicos, no se vieron dañadas sus infraestructuras y con la modernización económica y política, la cultura no quedó atrás pero sí tiene algunos problemas, como su lenguaje, la idiosincrasia de la psicología japonesa, hacen que al menos una parte de la sociedad, sea de difícil asimilación por quien no está muy impuesto en su historia, costumbres o cultura.
Uno de las grandes figuras de su cine fue Yasujiro Ozu, que muerto en 1963, realizó antes de su muerte películas como “Buenos días, 1959” o “Otoño tardío, 1960”. Obras que cuentan las realidades cotidianas, relaciones familiares. Además cuentan con una gran belleza visual y un trato de los personajes perfecto muy alejado de la esfera de Hollywood.
 

El director japonés más popular en Occidente y que de mejor manera supo aunar su cine con las nuevas formas de entender el cine fue Akira Kurosawa. Su película “Rashomon, 1950” fue un film que influyó en la manera de contar historias en el cine. Una película ágil, sorprendente y en resumen, una obra clave para llevar al cine japonés a la expansión internacional. Recibió un León de Oro en Venecia y un Óscar a mejor película extranjera. Con otras obras como “Trono de sangre, 1957”, “La fortaleza escondida, 1958” que fue una extrapolación de Macbeth al Japón medieval. Pero sobre todo la película “Mercenario, 1961” que inspiró a George Lucas para realizar años después La Guerra de las galaxias”. Todo esto hizo que Kurosawa se convirtiera  en un punto de referencia del cine japonés y mundial, su cine buscaba en el pasado, en la Historia, una manera de eludir al impacto de la guerra. También mostraba una gran violencia, un Japón duro y cruel que llega al sadismo.
 

Otro importante director es Masaki Kobayashi, que en su trilogía “La condición humana” tiene uno de sus trabajos más sorprendentes sobre pacifismo y anti belicismo. Pero será con la película “Más allá, 1964” cuando alcancé la repercusión en Europa. Una película que cuenta con la figura del samurái como eje central y donde Historia y Literatura confluyen y crean una forma elíptica de no tocar la amargura por la derrota de la guerra y así buscar ejemplos que dignifiquen y estimulen la sociedad.
 

Al igual que en otros países, en Japón también surgió un grupo de directores que incorporaron un sentido nuevo en el cine, un movimiento similar a la Nueva Ola. En el 1962 se creó el llamado “Art Theater Guild” que abrió unos canales de distribución dentro de lo que dio en  denominarse “Arte y Ensayo”. A la cabeza de este grupo estaba Shinsuke Ogawa y pertenecían personajes como Yoichi Hihashi o Noriaki Tsuchimoto. Su manera muy politizada de entender el cine no alcanzó a superar a los antiguos realizadores o a los nuevos, que se mantuvieron dentro de las formas narrativas convencionales.
 

La figura más rompedora del cine japonés de estos años es sin duda Nasiga ôshima, que comenzó su andadura cinematográfica con “Asu no taiyo, 1959” y en poco tiempo se había convertido en una estrella y alcanzó un gran público. Era un cine rompedor y cargado de erotismo. Películas como “Noche de niebla en Japón, 1960” o “El ahorcamiento, 1968” le dan a conocer internacionalmente. No tiene una fácil lectura y hay una serie de temas donde las presencias intelectuales de Kafka o Marx, son notables.
 

Por otra banda, en La India, la producción de películas es muy numerosa, con argumentos muy variados y tras su independencia se fue convirtiendo en uno de los países con mayor producción. La consolidación del cine indio supone para el estado una organización de sus estructuras que tengan en cuenta tanto la financiación como el contenido moral y también el respeto por la cultura nacional. En cambio, solo unos pocos títulos lograron llegar a países asiáticos y otros de medio oriente, pero nunca alcanzar el mercado occidental.
La producción se lleva a cabo en las principales ciudades buscando así desarrollar unas señas de identidad propias. Además el país cuenta con una nómina de creadores sorprendente y el problema de su trabajo radica en que apenas trasciende mas allá de unos pocos mercados.
 

La India tuvo en Satyajit Ray al director más sobresaliente (galardonado con un Oscar) que en los 60 y 70 su trabajo fue considerado y respetado pero nunca fue conocido del público general. En su obra se pueden ver influencias del neorrealismo italiano, crea un cuadro de tipo social en el que se refleja la vida en su país. Fue autor de una trilogía compuesta por “Pather Panchai, 1955”, “Apajarito, 1956” y “El mundo de Apu, 1959”. Películas de gran realismo y fondo documental, cuenta la vida de una sociedad que mira al vecino , que le interroga y le obliga a buscar soluciones para superar esa barrera que se está creando en su entorno más inmediato. “Apajarito” se llevó el León de Oro en el festival de Venecia.
 

Referencia: García Fernández, Emilio C. (2016). Historia del cine. Madrid, España: Fragua

LOS CINES EUROPEOS. AMÉRICA LATINA:

En los años cincuenta se desarrolla en América Latina una importante cultura cinematográfica en base de la teoría y práctica del Nuevo Cine Latinoamericano. Se crean las cinemáticas de la Habana en 1951 y se celebran congresos de cine en Río de Janeiro. En 1957 tiene lugar el Congreso de la OCIC en la Habana y también se crean escuelas de cine en México, en 1953. Influido por el neorrealismo italiano y la escuela documental británica de John Grierson y Robert Flaherty.

La renovación de los nuevos cines en América Latina se ubica en la Revolución cubana de 1959, la necesidad de un estilo propio , la influencia de las cinematografías del Tercer Mundo y una renovada consideración artística del cine. El Nuevo Cine Latinoamericano se caracteriza por su periodización, implantación, la publicación de manifiestos, el carácter político del cine, por su diversidad de géneros y por su producción alternativa.

El Cinema Novo brasileño surge en el marco de una revolución industrial y artística más amplia. Se trata de un cine muy plural, con tratamientos naturalistas y barrocos,ambientaciones urbanas e indígenas, formatos melodramáticos e innovaciones experimentales. La obra emblemática de este cine es "Dios y el diablo en la tierra del sol, 1963", una obra compleja de múltiples raíces.

El precursor del Cinema Novo con "Rio" en 1953. Su cine es muy variado, desde obras de encargo y de supervivencia a películas militantes, ensayos de construccionistas y relatos marginales. Innovó en la producción en cooperativa y las localizaciones naturales con películas como "Vidas seecas, 1963", "Fome de amor, 1968", "Como era gostoso o meu frances, 1971", "O amuleto de Ogun, 1974", "Memorias do cárcere, 1984" y "Cinema de lágrimas, 1994".

Líder del NCL tanto por su práctica fílmica como por sus reflexiones teóricas está Glauber Rocha . Tras su primer largometraje "Berravento"en 1962, rueda "Dios y el diablo en la tierra del sol"; más tarde "Terra em transe, 1967" y "O dragao da maldade o santo guerriro, 1969". Evoluciona su cine con obras "Cabezas cortadas, 1970", "Cancer, 1972" y "Claro, 1975".

Formado en el IDHEC de París Ruy Guerra, escandaliza con su primera película "Os cafajestes, 1962", la obra más comprometida políticamente del Cinema Novo. También cuenta con obras "Os fuzis, 1963", "Os deuses e os mortos, 1970", "Muerda, memoria e massacre, 1979" y obras adaptadas de García Márzquez.

Además de estos directores también debemos mencionar a Carlos Diegues que revisa episodios históricos de liberación popular en "Ganga Zumba, 1964"y "Quilombo, 1984. Leon Hirszman con "Sao Bernardo, 1971"; Joaquin Pedro De Andrade formado en Londres y Nueva York, autor de "O padre e a moca, 1966", "Macunaíma, 1969"y "Os cofidentes, 1972".

Eduardo Coutinho, ha reflejado horrores de la dictadura militar en "Cabra marcado para morrer, 1984", "Santa Marta, 1990", " O fio da memória, 1991" y "Boca de lixo, 1992".

Héctor Babenco sorprendió con "Pixote, a lei do mais fraco, 1981", "Rei da noite, 1976" y "O beijo da mulher aranha, 1985".

Tras la Revolución de 1959 Cuba se convierte en centro de atención de los cineastas progresistas. Se funda el ICAIC y las realizaciones se sitúan entre la inspiración neorrealista de los comienzos y la experimentación en sintonía con los nuevos cines europeos. Hay una gran variedad del cine castrista pero destacan los documentales de Santiago Álvarez y los dibujos animados.

Al mismo tiempo, hay películas documentales que se valen de la ficcionalización para la reconstrucción de sucesos históricos. La Cuba revolucionaria apuesta por el documental desde la convicción militante de mostrar la realidad y de descubrir nuevas realidades con la cámara. Hay que destacar una corriente experimental representada por Sara Gómez, que realiza cortos, como el dedicado al territorio social de su infancia "Guanabacoa: crónica de mi familia, 1966". Más críticas con la marginación y el machismo resultan "Mi aporte, 1969-1972" y "De cierta manera, 1974".

Por lo que se refiere al dibujo animado, desde los años sesenta Juan Padrón ha realizado cortos y largometrajes con el personaje de Elpidio Valdés y ha realizado la fábula antiimperialista "Vampiros en La Habana, 1985" y el largometraje "Mafalda, 1994". Formado en La Habana y Nueva York, Santiago Álvarez se suma a la guerrilla revolucionaria y participa en cinematografía castrista. Ha realizado casi un centenar de documentales muy comprometidos políticamente en los que se vale del montaje de imágenes y sonidos para crear contrapuntos expresivos y de otros recursos. Entre sus trabajos más importantes están "Ciclón, 1963", "Now!, 1965", "Cerro Pelado, 1966", "Hanoi martes 13, 1967" y "De América soy hijo y a ella me debo, 1972".

Estudiante en la escuela de cine de Roma, Tomás Gutiérrez Alea trabaja en noticiarios producidos por Manuel Barbáchano y se convierte en uno de los cineastas de referencia del castrismo. Su primera pélicula es el documental de episodios "Historias de la revolución, 1960" a la que le siguen "Las doce sillas, 1962", "Los sobrevivientes, 1978" y "Guantanamera, 1995". Sus obras más enraizadas en el NCL son "La muerte de un burócrata, 1996" y "Memorias del subdesarrollo, 1968".

Humberto Solás realizó un cine que tiende a la épica y al barroquismo, predominado por mujeres, al mismo tiempo que se muestra menos entusiasmo por los logros de la Revolución. Plasma la tensión entre el individuo y la comunidad, la realidad y el deseo. En su filmografía destacan "Lucía, 1968", "Un día de noviembre 1972", "La cantata de Chile, 1975", "Cecilia, 1981", "Amada, 1983", "Un hombre de éxito, 1986", "El siglo de las luces, 1992" y "Miel para ochun, 2001".

Otros cineastas importantes son Julio García Espinosa que ha compatibilizado el cine con la actividad política. Escribió el manifiesto "Por un cine impuro, 1969" y fue director del ICAIC. Destacan "El Mégano, 1955", "Cuba baila, 1960" y "El joven rebelde, 1961".

 

Manuel Octavio Gómez comenzó con "Historia de una batalla, 1962" a la que le sigue "La primera carga al machete, 1969", "Los días del agua, 1971", "Ustedes tienen la palabra, 1973" y la adaptación "El señor Presidente, 1983". Otro que también destacó fue el profesor de la Escuela de San Antonio de los Baños Juan Carlos Tabío. Cuenta con más de una treintena de documentales "Se permuta, 1983", "Plaff, 1988", "El elefante y la bicicleta, 1992" y de "Lista de espera, 2000". El catalán Nestor Almendros se instaló en Cuba con su padre exiliado y trabajó como documentalista. Su película "Gente de la playa, 1961" fue prohibida y se exilió en Francia donde ha sido director de fotografía para Truffaut, Rohmer y Schroeder. Ha escrito "Días de un cámara" más los documentales "Conducta impropia, 1984" y "Nobody listened, 1988".

La renovación de los años sesenta ofrece la dificultades de la resistencia de una industria consolidada y de las convulsiones políticas que impiden el despegue de un discurso renovador. Dirigida por Fernando E. Solanas, la película emblemática del nuevo cine argentino es "La hora de los hornos, 1966-68". Dentro de la industria, Leopoldo Torre Nilsson es un referente para la renovación cinematográfica de los años cincuenta. Acusado de reformista y colonizado, hay una lectura social y política en su obra. En sus obras destacan "Graciela, 1956", "La casa del ángel, 1957", "La caída, 1959", "La mano en la trampa, 1961".

Formado en el romano Centro Sperimentale de Cinematografía, Fernando Birri ha participado en diferentes escuelas de cine, siendo un creador polifacético y heterodoxo. Realiza con sus alumnos "Tire Dié, 1956" un documental para el NCL. Ha realizado "Buenos días, Buenos Aires, 1960", "Los inundados, 1961", "La pampa gringa, 1963", "Org, 1978" y "Un señor muy viejo con las alas enormes, 1988".

Fernando Ezequiel Solanas cursó estudios de derecho, teatro y música antes de empezar con su carrera cinematográfica. Con Octavio Getino organizó en 1966 el grupo de Cine Liberación en la escuela del periodismo de izquierdas y escribe el primer manifiesto del NCL "Hacia un tercer cine". Destacó por sus diferentes poemas adaptados y documentales, pero también caracterizado por sus obras "Tangos, el exilio de Gardel, 1985", "Sur, 1988" y "El viaje, 1992".

Otros cinestas como Fernando Ayala tiene en haber algunas películas importantes de tipo sociopolítico como "El jefe, 1958", "El candidato, 1959" y "Paula cautiva, 1963". Ha fundado la productora Aries con Héctor Oliveira, autor de "La patagonia rebelde, 1974". Héctor destaca por sus críticas hacia la dictadura militar como "No habrá más penas ni olvido, 1983" y "La noche de los lápices, 1986". Otro poeta y dramaturgo fue Manuel Antín, que ha indagado en las raíces de la cultura argentina en "Los venerables todos, 1962", "Don Segundo Sombra, 1969" y "Juan Manuel de Rosas, 1971". María Luisa Bemberg cuenta con títulos como "El mundo de la mujer, 1972", "Camila, 1983"y "Yo, la peor de todas, 1990".

Entre las nuevas generaciones hay que citar a Luis Puenzo, que trabajó como publicitario hasta sus comienzos con la película "Luces de mis zapatos, 1973", también autor de "La historia oficial, 1986" y "Gringo viejo, 1989". Adolfo Aristaráin trabajó como ayudante de dirección con Mario Camus y ha rodado varias películas como "La parte del león, 1978", "Tiempo de revancha, 1981", "Lo últimos días de la víctima, 1982", "Un lugar en el mundo, 1992", "La ley de la frontera, 1995" y "Hache, 1997". Otro pilar fue Eliseo Subiela que sorprendió con "Hombre mirando al sudeste, 1985", seguida por "Últimas imágenes del naufragio, 1989", "El lado oscuro del corazón, 1992" y "No te mueras sin decirme adónde vas, 1995".

Aparece el cine indigenista boliviano en primer lugar por Jorge Sanjinés, creador del grupo Ukamau, dedicado a plasmar en las pantallas la explotación de los indios en los países andinos. Comienza con cortometrajes como "Sueños y realidades, 1961" y "Revolución, 1964". Se da a conocer con "Ukamau, 1966" y "Sangre de cóndor, 1969". También narra los atropellos de los campesinos indígenas a manos de las compañías mineras con "El enemigo principal, 1974", "Fuera de aquí, 1977". La más conocida por su historia es "El coraje del pueblo, 1971" que cuenta la matanza que hubo la noche de San Juan de 1967.

 

Junto a Sanjinés y procedente del grupo Ukamau, Antonio Eguino es otro cineasta importante caracterizado por el pesimismo de sus historias. Cuenta con "Mina Alaska, 1968", "Basta, 1970", "Pueblo Chico, 1974", "Chuquiago, 1977" y "Amargo Mar, 1984". De origen italiano Paolo Agazzi ha rodado el documental "Hilario Condori Campesino, 1980" y "Mi socio, 1982", el corto "Abriendo brecha, 1984", "Los hermanos Cartagena, 1985" y "El día que murió el silencio, 1997".

En los años sesenta hay en Chile un despertar del cine a partir del Departamento de Cine Experimental de la Universidad de Chile y del Instituto Fílmico de la universidad Católica. Influido por "Morir un poco, 1967" y "Largo viaje, 1967". Raúl Ruiz estudió cine en Santa Fe, trabajó de locutor de radio y escribió más de 30 obras teatrales. Publicó sus reflexiones e "Poética del cine, 1995". Comienza con "Tres tristes tigres, 1968", le sigue "La colonia penal, 1971", "La expropiciación, 1972" y "El realismo socialista, 1973".

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