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La inmigración europea a Hollywood.

Aunque a Hollywood llegaron un montón de inmigrantes, la aportación europea al templo del cine fue bastante importante.

Entre ellos destacaremos al húngaro Paul Fejos. Su obra The Last Moment del año 1927 representaba la idea de que las personas que mueren ahogados recuerdan con exactitud cada momento de su vida antes de morir. Aunque el público recibió el filme con rechazo, Chaplin lo defendió y así Fejos rodó después Soledad, que sería su mejor pieza.

Entre la representación sueca destaca Greta Garbo, que inició su carrera en Hollywood con El torrente y acabó con La mujer de las dos caras.

Para los cineastas europeos, calificados de poetas, fue difícil adaptarse a la forma de producir películas de la ciudad americana. Uno de los que mejor llevaron este proceso fue Lubitsch, que influído por Una mujer de París de Chaplin se centró en un género  de procedencia europea, la comedia mundana, utilizando sugerencias y elipsis. Fue el fundador de la comedia ligera americana, satírica y erótica. Durante su período mudo realizó Los peligros del flirt y La frivolidad de una dama ambas en 1924.

Murnau consiguió tres Oscar por su Amanecer, pero defraudó con Los cuatro diablos y El pan nuestro de cada día, de 1928 y 1929 respectivamente.

Mencionamos también a Josef von Sternberd, que empezó su carrera con la obra The Salvation Hunters. En 1927, inició la época de los gangsters en el cine americano con su cinta La ley del hampa. En ella apreciamos una visión romántica de la rebeldía del individuo y la heroicidad que se le atribuye al gangster.

 

En esta misma dirección realizó sus otras obras La redada, de 1928, Los muelles de Nueva York  y Thunderbolt, su primera película sonora.

Debemos mencionar además a Stroheim, que comenzó su carrera como actor y que dirigió su primera película en 1918, titulada Blind husbands. Su éxito le permitió obtener la financiación para rodar Esposas frívolas  tres años después.

En su obra Avaricia vio recortado una y otra vez su trabajo, que pasó de una duración de alrededor de 8 horas a 2 horas y 45 minutos. La gran extensión de la obra se debía a la voluntad de Stroheim de introducir la graduación de los personajes, una técnica novelísticas que nunca se había aplicado antes al cine.

Otras de sus obras fueron La viuda alegre y La marcha nupcial, que para su comercialización fue dividida en dos. Su segunda parte se tituló La luna de miel. Su última obra fue La reina Kelly, desastre que acabó con su carrera.

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